La emoción es una sensación subjetiva de corta duración provocada por un suceso externo y un estado afectivo, acompañado por una respuesta psicológica y fisiológica característica –Uno de los propósitos de la emoción es motivarnos a realizar un comportamiento-.
Las emociones son controladas por el sistema límbico del cerebro – sistema formado por una serie de estructuras que tienen como función manejar la memoria involuntaria, el hambre, la atención, los instintos sexuales, las emociones, la personalidad y la conducta-.
Algunas de estas emociones se tramitan única y directamente por el sistema límbico debido que el cuerpo necesita reacciones instantáneas ante ciertas vivencias. De esta forma, cuando se presenta algún tipo de estímulo amenazante, el cuerpo no puede esperar a que esta información se analice, danto una respuesta de huida o de enfrentamiento del estímulo, y respuestas fisiológicas como aumento del ritmo cardiaco, sudoración etc.
Las respuestas a los estímulos amenazantes, sin mediación del pensamiento, ocurre por las conexiones neurobiológicas directas entre el sistema límbico con las partes del ojo –retina-, el oído y el sistema musculo-esquelético, de tal manera que se pueda producir la reacción de huida o enfrentamiento.
Otras experiencias del individuo no son percibidas como peligrosas, por lo cual las emociones se tramitan por un camino diferente. En este caso, las emociones se producen en el sistema límbico pero se conectan con la parte del neurocortex, produciendo una respuesta emocional mediada por el pensamiento propiamente dicho.
La significación que el ser humano proporcione a los estímulos amenazantes y a los estímulos no amenazantes, así como el manejo de estos, dependen de las respuestas que las figuras parentales hayan dado a las vivencias de su hijo durante la primera infancia.
Padres sobreprotectores o que tienen dificultades para valorar el ambiente de una forma objetiva, tendrán por lo general reacciones desbordadas ante algunas vivencias de sus hijos, que la mayoría de otros padres catalogan como normales, por lo cual, el hijo de este padre o esta madre, interpretará mayor número de sucesos medioambientales como amenazantes, generando respuestas extremas en situaciones que no lo ameritan.
La exteriorización de emociones desbordadas en situaciones que no lo requieren, puede estar asociado con dificultad para el control emocional, problemáticas para conseguir la objetividad y la propagación de conductas defensivas ante los diversos estímulos o vivencias.
Por el contrario, las figuras parentales muy relajadas y con escaso nivel de protección de su hijo, pueden descuidar la enseñanza de los mínimos factores de protección que debe tener. Así, el pequeño no tiene temores y se motiva en la realización de conductas peligrosas que hagan sentirle cierto nivel de emoción.
Las acciones peligrosas que ejecutan estos niños, son realizadas para emocionarse y para llamar la atención de sus padres, puesto que, al ser los adultos tan relajados, los infantes sienten que sus padres no les dan la atención y contención necesaria, teniendo que hacer algo “fuera de lo normal”
