La fantasía.

Las fantasías son creaciones individuales o grupales conscientes que surgen de deseos insatisfechos o situaciones frustrantes, sus contenidos son eróticos o ligados a realizaciones sociales o profesionales y son motivadas por una situación del presente que retoma memorias de la niñez cuando aquel deseo estaba satisfecho y crea una situación imaginaria en el futuro donde el deseo es realizado.

Debido a esta definición de la fantasía, se puede decir que esta, cumple algunas similitudes con algunos fenómenos de la vida cotidiana como soñar, el juego entre niños o el humor puesto que, en todos las actividades nombradas anteriormente, existe una realización de deseos de manera distorsionada.

Desde este punto de vista, la fantasía o ensoñación en estado de vigilia, es un proceso que se desarrolla desde la primera infancia como medio para enfrentar las situaciones frustrantes nuevamente, no como ocurren en la vida real sino como el niño desea que ocurran.

Las fantasías, utilizadas de manera equilibrada, pueden ser funcionales en la medida que permiten al ser humano reponerse a las frustraciones, las cuales encuentre en la cotidianidad, y permite crear alternativas novedosas para resolver conflictos.

Así, las fantasías ligadas a un proceso terapéutico, pueden ser una manera de enfrentar con efectividad, algunas problemáticas de origen psicológico como determinadas situaciones que producen ataques de pánico o ansiedad, o pueden brindar mejoría en la recuperación de determinados hechos traumáticos.

Sin embargo, la producción disfuncional de la fantasía, tanto desde el punto de vista de la escasez como de la alta intensidad en sus presentaciones, puede disminuir las capacidades del sujeto para la creatividad o puede alterar el contacto con la realidad.

En cuanto a la poca manifestación de la fantasía, esta puede ejercer una influencia negativa para la búsqueda de soluciones distintas ante los inconvenientes. Este rasgo se puede observar en personas con ciertos rasgos de personalidad, asociados a la poca motivación o personalidades muy rígidas.

Por el otro lado, una vida en la cual predomina la fantasía puede significar problemas para la adaptación a una realidad puesto que la persona no soporta sus limitaciones o frustraciones, y se repone ante esto, creando una realidad en la cual exista una primacía de sus deseos.

Los padres, desde que sus hijos son muy pequeños, pueden convertir las fantasías de los pequeños en una herramienta adaptativa que permita a ellos enfrentarse a sus frustraciones de manera eficaz, desarrollando soluciones que antes no habían tenido en cuenta.

Para esto, es necesario que el menor tenga un vínculo afectivo fuerte con sus padres, el cual permitirá que el niño confíe en ellos. Confianza reflejada en  la expresión de sus frustraciones o sus estados emocionales negativos con determinada vivencia.

Los adultos escucharán este relato del infante, serán continente con sus malestares y lo estimularán para la creación de una realidad en la cual se repongan ante esta frustración y puedan llevar a cabo su deseo en la medida que este sea algo posible y que no atente contra la integridad de otras personas.

En caso que el deseo del niño, no cumpla estas características, las figuras parentales le estimularán para el desarrollo de otra fantasía con una satisfacción sustitutiva que pueda reemplazar el deseo primario, haciendo que el pequeño interiorice la idea acerca que los deseos se pueden cumplir en la medida en que se acomoden a un ordenamiento social, y la idea acerca que las fantasías son medios en los cuales se puede crear soluciones permitidas para las frustraciones o satisfacciones sustitutas para los deseos, no siendo estas fantasías una forma de salirse de la realidad –orden social- o tener una existencia paralela.

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