
El objeto transicional se crea desde los cuatro hasta los doce meses, tiempo en el cuales la madre se presenta al hijo como la persona quien realmente es y no como la persona que él quiere que sea. Esto quiere decir que la madre hace una separación paulatina de la relación fusional con su hijo, logrando que el pequeño se signifique como alguien independiente de ella.
En este juego, la figura materna significa un objeto externo que la represente y que el niño pueda utilizar en cualquier momento. Significación que es funcional en la medida que existe un vínculo de apego seguro entre madre e hijo, tal como se explicó en el escrito anterior.
Dicho objeto externo se representa como la madre, después que diversas partes corporales se connotaron como objeto transicional –el puño, el pie, los pulgares-. De esta forma, se puede concluir que la valorización de los objetos transicionales tiene como punto de partida la corporalidad del propio niño, y como segundo punto el proporcionar sentido a un objeto externo que involucre el lazo afectivo entre madre e hijo.
Los objetos transicionales adquieren mayor importancia en la medida en que el niño no se ha acomodado plenamente a las actividades culturales, necesitando de algo que le disminuya la alta intensidad de las emociones negativas ante las nuevas realidades.
Un objeto que le haga sentir que la madre esta con él acompañándolo en el camino de descubrimiento y enfrentamiento de la novedad. De alguna forma, la permanencia y la necesidad del objeto transicional en la mente del hijo puede ser indicio de la poca independencia emocional que tiene el hijo con respecto a su madre.
En la medida en que el niño comience a ser parte de actividades sociales y se siente como parte de una cultura, y no como propiedad de su madre, el infante podrá reducir la demasiada importancia que otorga a su objeto transicional, sea porque no lo necesite o sea porque no quiere ser objeto de burlas de sus compañeros.
El hecho que el niño forme parte de las actividades culturales, deshaciéndose un poco del yugo protector de su madre, implica que la mamá ha permitido la entrada de un otro en la mente de su hijo –padre, abuelo, tío..-, quien lo introduce en un orden social.
Desde esta mirada, el desmonte del objeto transicional es un proceso natural vinculado a la aparición del juego y de las actividades grupales de otro tipo, las cuales se pueden definir como una experiencia social creadora que involucra la manipulación del cuerpo y las experiencias satisfactorias que permiten disminuir ansiedades.
Los padres pueden acelerar el camino del desmonte del objeto transicional mediante el desarrollo de un vínculo de apego seguro, lo mismo que la formación de competencias blandas y el ofrecimiento de retroalimentaciones continúas hacia su hijo sobre el significado del objeto transicional, junto con la asociación de su independencia y la acción de no necesitarlo.
Si el niño no ha desmontado la alta significación afectiva que tiene hacia el objeto transicional y la ha transformado hacia una actividad social a la edad de siete u ocho años, puede existir inconvenientes en el lazo emocional entre la madre y su hijo, algo que se debe investigar en un proceso terapéutico.