
Una conducta auto lesiva son acciones intencionadas destinadas a producir, en el propio ser, daños físicos directos sin la intencionalidad de la muerte, por lo cual cualquier tipo de intento o ideación suicida esta excluido de esta definición. Las conductas auto lesivas no constituyen patología por sí misma.
Las auto lesiones excluyen los rituales, prácticas culturales puesto que estas son significadas como un acto de pureza, valentía y de pertenencia a una subcultura o estamento, Igualmente, las auto lesiones no incluyen diversas adicciones como beber, fumar o comer en exceso puesto que estas se encuentran mediadas por el placer y no existe un daño a corto plazo, sino que este se produce a mediano o a largo plazo.
Las conductas auto lesivas pueden ser acciones disfuncionales que utilizan algunos individuos para deshacerse de las emociones displacenteras y/o amenazantes. Este es el caso de sujetos que no aprendieron formas sanas de afrontamiento de esas emociones, utilizando el dolor físico como forma para disminuir y/o regular el malestar psicológico.
Adicionalmente, las manifestaciones de provocarse dolor hacia sí mismo/a, pueden ser producto de un alto nivel de normatividad interna –normatividad que tiene la tendencia de ser auto flagelante y se traduce en un acto auto lesivo-, generando su culpabilización en cuanto a eventos ocurridos en su medio ambiente.
Una gran proporción de comportamientos de estas características comienzan a presentarse en la adolescencia, puesto que en esta época, el descontrol hormonal ocasiona que el sujeto exteriorice su problemática presente y sus inconvenientes pasados que no se manifestaron abiertamente y de manera desafiante sino hasta ahora.
Igualmente, este tipo de actos, se pueden complejizar en los años de la adultez joven -18 a 25- o también se pueden originar en este periodo de tiempo, pues, aunque la persona tiene menos desequilibrio emocional que en la adolescencia, se encuentra presionado por múltiples factores –terminación de la secundaria, elección de la actividad laboral o estudiantil a realizar, necesidad de visualizarse diferente a sus padres y que las demás personas lo reconozcan como alguien adulto e independiente…-, factores que conllevan un deseo por el auto flagelamiento, en caso de no tener herramientas emocionales para conseguir el equilibrio.
Las investigaciones señalan que los sujetos con trastorno de personalidad límite, presentan alta probabilidades de tener estas conductas. El trastorno de la personalidad límite, según el manual de psicopatología, se caracteriza por un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales –movimiento constante entre los extremos de idealización y devaluación-, y en las emociones –cambio constante de las emociones negativas a las emociones positivas- la autoimagen y la productividad.
El individuo con este tipo de trastorno también puede presentar impulsividad en el tema de los gastos, sexo, abuso de sustancias o relación con la comida, puede presentar sentimientos constantes de vacío. En el tema emocional y de procesamiento de la información, estos sujetos tienen dificultades para controlar sus emociones, especialmente las negativas como la ira, lo cual se complementa con la ideación de ser perseguido o ser el centro de atención.
Tal como se abordó anteriormente en este blog, los niños, adolescentes y adultos jóvenes actuales tienen alta propensión a presentar una estructura límite de personalidad, debido que los padres ocupan casi la totalidad de su esfuerzo en sobrevivir o en la obtención de capital que permita satisfacer necesidades artificiales, dejando a sus hijos, en las dos situaciones nombradas–sobrevivencia y obtención de capital-, bajo el abandono emocional y el cuidado de sus padres –abuelos del hijo-, vecinos o el estado
Este desinterés de los padres hacia sus hijos, produce vínculos afectivos disfuncionales, y por ende, que sus descendientes no adquieran herramientas emocionales necesarias para desarrollar una personalidad estructurada, culpabilizando a la sociedad entera de su “desdicha”, deseando venganza continua, algo que promueve una insana adecuación al orden social y cultural.
No teniendo fortalezas emocionales para el adecuado manejo de situaciones, y tampoco teniendo interés por explorarse internamente, este adulto joven genera reacciones descontroladas y desbocadas con sus semejantes y con él mismo, pudiendo llegar a conductas de maltrato o diversas impulsividades, –gastos, adicciones..-, comportamientos auto lesivos, entre otros.