El niño de treinta meses se encuentra en el proceso de castración anal, por lo cual posee cierto grado de manejo de su motricidad y es capaz de ejecutar, o por lo menos querer hacerlo, interacciones sanas con otros –conductas alejadas del canibalismo, respeto por la integridad del otro-, realizando observaciones y experiencias sensoriales personales.
En esta época, el niño reconoce en el espejo su sí mismo y no se visualiza como alguien extraño, distinguiendo zonas corporales en el otro que son similares o diferentes a las suyas, incluyendo la distinción entre hombres y mujeres, poniendo especial énfasis en la presencia de pene en el sexo masculino y un agujero en el sexo femenino, denominándose este proceso como castración primaria o genital no edípica.
Este reconocimiento de sí mismo no necesariamente esta asociado con la presencia de un espejo real sino con el acompañamiento que hace el padre del mismo sexo del niño para que el pequeño se dé cuenta que biológicamente pertenece a un grupo determinado, lo cual lo inhabilita para ser parte del otro sexo.
Acompañamiento que hace parte de la identificación que el pequeño varón realiza con el padre y la hija con la madre. En caso que no exista, puesto que ninguno de los dos padres tuvo vínculos emocionales funcionales con su hijo en este periodo de tiempo o en el anterior –castración umbilical, oral y anal-, el menor puede adquirir una identidad de género de binaria.
La carencia de vínculos afectivos funcionales que los progenitores tuvieron con su descendiente puede haberse dado por múltiples factores, entre los más importantes se encuentran las crisis de pareja, inconvenientes laborales o dificultades de ambos padres consigo mismo.
Catalogarse como un sujeto con una identidad de género no binaria se refiere a las personas que no se identifican como hombre, y tampoco lo hacen como mujer –el no binario entra en la categoría transgénero aunque algunas sujetos rechazan esto puesto que los transgéneros sienten que pertenecen al sexo opuesto con el que nació su cuerpo, mientras el no binario no se siente con libertad para reconocerse en un solo tipo de género-. Las personas no binarias pueden sentirse hombre en algunos instantes y mujer en otros, o pueden hacerlo como alguien completamente alejado de estas categorías.
La identificación con un sexo implica la asimilación emocional de los limitantes biológicos para pertenecer al otro, algo que las personas que se autodenominan no binarias, no aceptan. Este sujeto fuera de tener problemas para someterse a las restricciones biológicas, también lo puede hacer con las normativas.
Desde esta manera de análisis, se puede concluir que cuando el hijo adquiere una identidad sexual no binaria, el pequeño ha tenidos dos figuras parentales distantes físicamente, y muchas veces en la emocionalidad también, los cuales no lo han guiado en este proceso de reconocimiento y enorgullecimiento de su propio sexo, aceptación de las diferencias con el otro sexo, lo mismo que en el camino de sometimiento a estas restricciones.
El hijo queda desubicado de su mismisidad con respecto al orden social que cataloga dos sexos, lo cual afecta su autoestima. Esta manera negativa de concebirse, puede ocasionar que esta persona se encuentre inconforme con las construcciones sociales y la estandarización del comportamiento en función de un género determinado –masculino o femenino-.
Padres ausentes que han ocasionado que la imagen inconsciente del cuerpo se encuentre alterada con la realidad con la cual nació. Alteración caracterizada por la aparición de muchos deseos sobre su corporalidad y funcionamiento corporal, los cuales no han sido delimitados por un otro que históricamente ha sido ausente.
Deseos que en ciertas ocasiones se tienden a explicar por bastante carga hormonal del sexo contrario. Empero, este fenómeno no ha podido ser equilibrado por una interacción funcional con los padres, en la cual el niño interiorice el gusto por su cuerpo biológico y su imposibilidad de rotularse de otra forma, lo cual difiere que él tenga la libertad de tener una orientación sexual homo o hetero.