El patriarcado es un sistema social en que el hombre tiene el poder primario, predominando en roles de liderazgo político, autoridad moral, privilegio social y control de la propiedad. Este sistema promueve que existan, entre los sexos, desiguales oportunidades de acceso a beneficios materiales y simbólicos en múltiples instituciones de la sociedad como la familia, la educación o el mercado laboral.
El patriarcado señala que la principal función de la mujer, y muchas veces la única, se encuentra asociada a su rol de madre. El sistema social patriarcal excluye a las personas del sexo femenino, estimulando, o por lo menos siendo pasivo, con las discriminaciones y/o abusos que se puedan presentar hacia ellas.
Este sistema social ha disminuido su poderío con el tiempo, gracias a las luchas de los colectivos de mujeres por lograr, entre otras cosas, las igualdades de género en los diferentes tópicos. Aunque se ha producido cierto cambio, este no ha sido suficiente.
Por esta razón, se puede observar que los adultos mayores tienen interiorizada totalmente la cultura del patriarcado. Los adultos de mediana edad tienen algunas discrepancias pero otros acuerdos en el mayor privilegio del hombre sobre la mujer.
Dichos desacuerdos con el patriarcado se van aumentando en los adultos que tienen entre 25 y 40 años, y más aún en los adultos jóvenes, adolescente y niños. Empero, existe poca probabilidad que se destruya totalmente, por los menos en los años cercanos, debido que los adultos mayores interactúan permanentemente con sus nietos, instándolos a la significación de la realidad mediante la dominancia masculina.
La interiorización total del patriarcado por parte de los adultos mayores se ha reforzado por su alta creencia religiosa, pues la religión, si bien no creo el patriarcado, ha permitido que este se conciba casi que como un “designio divino” debido a las escrituras de sus libros sagrados, las interpretaciones de estas escrituras y las normas internas de cada religión, las cuales son discriminatorias con las mujeres.
Teniendo en cuenta que las adultas mayores son las personas cuyos conceptos del patriarcado forman parte de su integridad, ellas están determinadas en su conducta por este sistema social y sufren las consecuencias de exclusión de la sociedad entera.
Una de estas consecuencias se encuentra asociada con la transformación de su apellido a partir del casamiento. Cambio que señala que paso de ser hija del padre a ser “de” el esposo. En este instante, la esposa cobra valor por su pareja y no por lo que ella es.
Ser de otra persona y no de su propiedad, produce que la mujer tenga resistencia y se sienta con alto nivel de incapacidad por hacerse cargo de ella misma y de buscar su propio deseo. Un modo de caminar que la mayoría ellas no cambia, puesto que, a pesar que genera y ha generado muchos sinsabores a través del tiempo, también produce innumerables ganancias.
Empero, estas mujeres, en caso de separarse, o de quedar viudas en la adultez mayor, se siguen sintiendo excluidas, puesto que en su representación afectiva han sido de alguien más –el padre, el esposo- la mayor parte de tiempo. Ellas pueden tener bastantes dificultades para convertirse en personas empoderadas y que tienen que hacerse cargo de sí mismas, tal vez por primera vez.
Dicha dificultad ocasiona que la mujer no se sienta en su nuevo lugar y trate de retornar a la comodidad del antiguo sitio “de”, modificándolo por sus hijos, sobrinos, nietos. Espacio en que es atendida pero al mismo tiempo es relegada por el aparato social.
Al modificar este espacio que anteriormente era de su esposo, y ahora pasa de ser de los hijos, el adulto mayor esta conservando la jerarquía de poder que se da en una sociedad patriarcal, excluyéndose a ella misma de los aspectos de su vida con mayor importancia.
Las personas de su familia, al sentir tan demasiado cuidado por el adulto mayor, la subyugan a un lugar “de”, el cual se encuentra lejos del descubrimiento de quien es y que desea, junto a la generación de nuevos aprendizajes. Esto puede intensificar las crisis de las personas mayores de sesenta años, sobre todo la que tiene relación con sentirse discriminado y despreciado por la cultura.