
De acuerdo a la ley colombiana, la violencia intrafamiliar se concibe como toda acción u omisión protagonizada por uno o varios miembros de la familia, a otros parientes, infringiendo daño físico, psicológico, sexual, económico, patrimonial o de género.
Por otra parte, la negligencia es una falta de cuidado, aplicación y diligencia de una persona para el cumplimiento de una obligación. Una conducta negligente implica un riesgo para uno mismo o para terceros y se produce por la omisión del cálculo de las consecuencias previsibles y posibles de la propia acción.
La negligencia es una forma de maltrato puesto que conlleva una omisión de los cuidados básicos, lo cual indudablemente ocasiona daños psicológicos y puede estar acompañado de otro tipo de daños –físico, sexual, económico, patrimonial y de género-.
Debido a las vulnerabilidades biológica, psicológica y social que presentan, los adultos mayores son la población, junto a la niñez, que puede sufrir de más maltrato, incluida la negligencia. Maltrato que en una muy alta cantidad de ocasiones, ocurren al interior del grupo familiar.
En cuanto al maltrato caracterizado por acciones agresivas, estas son ejecutadas, casi siempre, por hijos adultos que conviven con los padres o alguno de ellos, quienes tienen más de sesenta años. Dichos hijos adultos hijos presentan rasgos de personalidad narcisista y agresivos con todas sus implicancias –poca tolerancia a la frustración, escaso equilibrio emocional, incapacidad para exteriorizar una emoción displacentera a través del discurso, por lo cual debe implementar un acto agresivo…-
Acerca de los comportamientos negligentes, estos suelen suceder por hijos que tienen su lugar de residencia en una casa distinta al adulto mayor, de manera que casi nunca hacen un seguimiento de sus condiciones de vida, los visitan, hacen una llamada telefónica… En esta situación, el adulto presenta sensaciones y sentimientos de angustia o de tristeza, lo mismo que presenta una alta intensidad de deterioro a nivel biológico, psicológico, cognitivo, físico y social junto a condiciones insalubres de vida –suciedad, desorden, presencia da animales infecciosos…-
El hecho que el adulto mayor este inmerso en un ambiente familiar en el cual predominen los comportamientos de maltrato y/o negligencia contra él, se ha dado por una dinámica disfuncional en el cual el adulto mayor ha colaborado, sea por poca atención de las necesidades emocionales de sus hijos acompañado de conductas de violencia intrafamiliar cuando ellos se encontraban en su periodo de formación, o sea por exceso de contención y cuidados, tanto así que no desarrollaron en su pensamiento el concepto de gratitud, ética o de normatividad.
De esta manera, se puede observar que el movimiento familiar de maltrato y/o negligencia hacia el adulto mayor, es algo que se ha venido presentando desde mucho tiempo atrás, razón por la cual requiere de un proceso terapéutico largo para que se transforme hacia un vínculo afectivo constructivo.
La realización del proceso de esta índole, requiere la motivación de todas las partes del entorno familiar, lo cual no tiene muchas probabilidades de darse, en la medida que, durante la historia familiar, no ha habido interés por hacerlo, o tan siquiera por tomar acciones de mejora.
En este punto, el adulto mayor, en caso que tenga las capacidades para hacerlo, o las personas que han sido participes del maltrato y/o la negligencia –vecinos, familia extensa..-, deben informar esta situación en comisaría de familia o fiscalía, permitiendo iniciar un proceso administrativo y/o legal con el objetivo de suprimir las acciones de maltrato y obligar a la familia nuclear para que tomen responsabilidad con su adulto mayor.