La adolescencia corresponde al periodo de vida entre los 12 y los 18 años. En esta etapa se producen grandes cambios, en cuestiones tanto internas como externas, conductas desequilibras y peligrosas, lo cual se encuentra determinado por variables psicológicas, neuro-biológicas y sociales.
En cuanto a las variables psicológicas, la adolescencia se caracteriza por una búsqueda constante de la independencia en todos los niveles, por lo cual el hijo intenta hacer una ruptura emocional con sus padres y alejarse de ellos. Durante este proceso, los púberes se pueden convertir en personas groseras, displicentes y poco colaborativas en las tareas del hogar.
Estos comportamientos permiten que ellos tengan la ilusión que están consiguiendo su independencia. A pesar de dicha creencia, los adolescentes están conscientes que no pueden tener una autonomía total porque no tienen el nivel de estudios, la madurez psicológica o los recursos monetarios para lograr este objetivo.
La incapacidad para lograr la completa libertad se relaciona con la necesidad de los adolescentes por pertenecer a grupos. Ellos en conjunto, pueden reunir mayores recursos de todo tipo para poder enfrentar diversas situaciones sin la ayuda de los padres.
Al mismo tiempo que el grupo sirve para agrandar los esfuerzos individuales, el grupo también permite controlar las emociones displacenteras –tristeza, miedo, desesperación, soledad, impotencia- producto del distanciamiento de las figuras parentales.
Pese que la pertenencia en colectivos ayuda al adolescente para distanciarse de su ambiente natural, estos colectivos demandan ciertas exigencias como el seguimiento de ciertos patrones comunes de pensamiento y comportamiento, con lo cual cohíben los procesos individuales de análisis o toma de decisiones.
Estas conductas rebeldes, descorteses y poco afectivos de los adolescentes con su núcleo familiar, tienen un impulso orgánico debido a la actuación de tres variables neuro-biológicas: La inmadurez en la corteza pre-frontal, la activación con alta intensidad de las hormonas sexuales y la actuación del sistema límbico.
Acerca de la activación de las hormonas sexuales, estas determinan la aparición de las modificaciones corporales para el logro de la maternidad y paternidad, y también influencian la aparición de los rasgos psicológicos que permiten este proceso.
De esta manera, en la adolescencia se estimulan las conductas de agresividad, rebeldía y auto-determinación, acciones que favorecen el proceso para ser atractivo ante el sexo opuesto y para lograr defender a la cría en caso de un proceso de maternidad o paternidad.
Sobre el sistema límbico, este es el encargado de manejar la parte emocional de los individuos. En el caso del adolescente, este sistema trabaja con alta intensidad, provocando los continuos desequilibrios emocionales peculiares en esta etapa del crecimiento.
En última instancia, la parte neuro-biológica del adolescente se encuentra determinada por el poco desarrollo de la corteza pre-frontal, quien es la encargada de anticiparte a los riesgos, inhibición de conducta, resolución de problemas, vinculación entre la emoción y la cognición por la comunicación con el sistema límbico, entre otras cosas.
Esta poca funcionalidad de la corteza pre-frontal, puede explicar la atracción de los adolescentes para la ejecución de los comportamientos riesgosos, algunos de los cuales atentan con su propia salud o bienestar. Conductas que se pueden catalogar como desequilibradas en la medida que producen el peligro tanto físico como psicológico.
Este es un escrito que tiene dos propósitos fundamentales: El primero de ellos es formar en diversos componentes que permitirán profundizar en conceptos y variadas realidades psicológicas, así como mejorar la salud mental del individuo y del grupo familiar. El segundo objetivo es promocionar mi consulta clínica de forma virtual y presencial, ambas se pueden solicitar al celular 320 6919221