Aunque las personas sean adultos de distintas edades, tendrán muchas características propias que no denotan madurez emocional. Particularidades producidas por fijaciones en la niñez, especialmente cuando se encuentran cercanos a sus figuras parentales, o cuando sienten que ellos están vivos y en condiciones óptimas de salud para contenerlos y apoyarlos en caso de alguna situación conflictiva.
Por esta circunstancia, cuando se muere uno de los padres o los dos, fuera del periodo de duelo que sucede por la pérdida de su ser extremadamente querido, el individuo y las familias requieren reorganizarse internamente, puesto que sienten que sus bases emocionales se desmoronan.
Con la muerte de los padres, o por lo menos uno de ellos, el sujeto se significa con un profundo vacío puesto que el más importante acompañante de sus vivencias, pensamientos y sentimientos, se fue y no volverá. Vacío asociado a ese anhelo por reencontrarse con ese padre o madre después de su propia muerte.
El individuo se siente perdido puesto que su principal punto de referencia objetivo dejo de existir, teniendo que ubicar este punto a través de los ideales aprendidos de la interacción tanto con papá como con mamá, algo que para muchas personas tiene un gran grado de dificultad, necesitando un proceso terapeútico.
Ciertos hijos no son capaces de asimilar emocionalmente la muerte de sus padres, y tampoco aceptan el nuevo lugar que la sociedad impone sobre ellos, por lo cual es posible que adopten variados estados afectivos o comportamientos disfuncionales como depresión, ataques de angustia y/o ansiedad, trastornos somatoformes….
Dentro de estas acciones patológicas, se puede nombrar que algunos hijos quedan tan devastados con la partida, que asumen una posición completamente infantil ante dicha pérdida, la cual consiste en la culpabilización del fallecido por morir y dejar solo a su descendiente, quien se cree sin herramientas emocionales para existir sin él/ella.
Culpar al difunto puede darse como una proyección –exteriorización- de la propia acusación por haber tenido vivencias o un vínculo afectivo no saludable con su padre o madre. Propia acusación que puede ser tan auto flagelante que necesita manifestarse hacia afuera para no generar un desequilibrio emocional insoportable.
La muerte de los padres en la adultez media coincide con el proceso de independencia de los hijos, lo cual puede incrementar el sentimiento de soledad. Este sentimiento de soledad se siente con mayor intensidad en la mujer debido a la coincidencia con los efectos psicológicos producidos por la menopausia.
Cuando los padres mueren, el hijo de mediana edad se siente huerfano en la medida que no volvera a tener ese papel –hijo- con nadie. En ausencia de los padres, el hijo, junto a sus hermanos, se convierten en las personas más experimentadas de la familia, quienes deben dar el ejemplo, la sabiduria y ser investidos por los miembros de la familia con aquellas representaciones que solo eran dadas hacia el padre/madre, tío/tía, abuelo/abuela.
Los adultos de mediana edad toman otro lugar en la dinámica familiar. Un lugar vinculado al poder simbólico que tenía el adulto mayor muerto, poder que, en caso del grupo de su misma sangre, se divide en varios hijos, por lo cual las relaciones entre hermanos pueden tener cierta reorganización.
Aquellos que han tenido lazos afectivos distantes pueden acrecentarlos más por la cantidad de emociones negativas durante la muerte y el periodo de duelo, mientras que los hermanos que han sido cercanos emocionalmente, pueden profundizar más este rasgo por el hecho de compartir, solidarizar y empatizar con la tristeza del otro.
Como conclusión, un proceso de duelo adecuado debido a la muerte de sus propios propios padres, conlleva la asimilación emocional y la aceptación del hijo como ser individual y como miembro del grupo familiar, acerca de su nueva signifinancia.
Lugar nuevo asociado a la implementación, de manera proactiva, de protección y la contención de afectos tanto de su grupo familiar como del propio sujeto. Empero este nuevo lugar no es una copia de las acciones de sus padres muertos sino un proceso de creación en que los comportamientos se determinen por estas dos funciones –protección y contención- bajo un sello o una marca particular.
Este es un escrito que tiene dos propósitos fundamentales: El primero de ellos es formar en diversos componentes que permitirán profundizar en conceptos y variadas realidades psicológicas, así como mejorar la salud mental del individuo y del grupo familiar. El segundo objetivo es promocionar mi consulta clínica de forma virtual y presencial, ambas se pueden solicitar al celular 320 6919221