Adulto de mediana edad capaz de desarrollar su propia marca.

Aquello individuos de la mediana edad en la cual predominan los comportamientos auto-reflexivos, poseen una autoestima estructurada y equilibrada, la cual concibe las crisis presentes como una oportunidad para la creación y/o el desarrollo de una marca personal que satisfaga las necesidades propias, y también genere utilidad para los demás, especialmente en el direccionamiento para el fortalecimiento del talento de otros y la reducción de sus debilidades.

Esta auto-reflexión se da a través de procesos introspectivos, preferiblemente con un otro terapéutico, cuyos principales objetivos son la observación positiva y negativa de las vivencias y de los estados afectivos involucrados en ellas, permitiendo así retroalimentar su auto-concepto, aceptar su parte dominante y sumisa, y evaluar la muerte dentro del rango de posibilidades reales, razón suficiente para ser más cuidadosos en cuestiones referentes a la salud.

El sujeto en que predomina la auto-reflexión en sus procesos introspectivos, acepta que la etapa que se encuentra viviendo se caracteriza por la presencia de ganancias y pérdidas. Posibilidades que son reales pero que intentará disminuir en cuanto sus aspectos negativos, mediante el desarrollo de comportamientos, proactivos, empáticos, éticos, asertivos, productivos, planeados, metódicos..

Una de estas pérdidas se encuentra asociada al deterioro en su parte corporal –el menor desarrollo de procesos cognitivos y físicos, irregularidades en niveles metabólicos..- lo cual se puede compensar con las relaciones armoniosas tanto consigo mismo –estimulando el aprendizaje, rutina constante de ejercicios físicos..-  como con las demás personas –incentivando el trabajo en equipo, la socialización, el compartir conocimientos y vivencias..-

En cuanto a las ganancias, estas se relacionan por la posibilidad del sujeto para integrar su lado masculino y su lado femenino. Lado femenino asociado a la aceptación de sentimientos y debilidades en el lado emocional, mientras el lado masculino se refiere al reconocimiento e identificación de fortalezas, como la autodeterminación, la congruencia y la confianza.

En muchas ocasiones, este reconocimiento y aceptación solo es posible después de una situación desestabilizadora –divorcio, perdida de empleo, muerte de los padres…-en el cual el sujeto decidió afrontarla proactivamente y no sumergiéndose en la imaginaria tranquilidad dada por la creencia en deidades o los fenómenos religiosos.

La integración de lo masculino y femenino facilita el desarrollo del sello personal puesto que al permitir conocer ambos lados –consciente e inconsciente-, sin las represiones de etapas pasadas, se desinhiben comportamientos, por lo cual se intensifica la productividad y existe la posibilidad de conseguir un vínculo más empático con los otros, el cual permita optimizar los logros.

De este modo, el sujeto de la mediana edad puede construir su mismidad mas ampliamente, al tener la capacidad para integrar variadas posiciones contrarias –masculino y femenino, positivo y negativo, inconsciente y consciente..-, lo mismo que al significar como fundamental esa capacidad. La creación y el desarrollo de una marca personal, podría afirmarse, sería el último peldaño del proceso de individuación o construcción de la mismidad, del cual se refiere Jung. Paso final que solamente se consigue con la integración de opuestos cuyo lado inconsciente se requiere manifestar a través de la relación discursiva con un otro.

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