Muchos familiares de adultos mayores e incluso ellos mismos, afirman con vehemencia que los procesos terapéuticos para la población de este grupo etario no tienen mayor utilidad, desaprobándolos, aún en el caso de la presentación de ciertas situaciones extremas como maltrato o una enfermedad terminal.
Sin embargo, las personas que tienen esta manera de concebir la realidad no se han dado cuenta del beneficio que podría tener para una persona de más de sesenta años, si tuviera la oportunidad de establecer una relación constructiva con un otro terapéutico, con el cual tenga la posibilidad de recibir retroalimentaciones e interpretaciones sobre distintos tópicos que la aquejan, que lo caracterizan como sujeto o que simplemente le generan alegría.
Dialogar con un tercero –terapeuta- que supuestamente tiene el saber pero que no tiene ninguna clase de vínculo afectivo con el adulto mayor, puede permitir que él se sienta tranquilo y con bastante motivación en conseguir una apertura afectiva en la cual puede transmitir su sí mismo –emociones pasadas y presentes, recuerdos con contenido emocional, manera actual de entender la realidad, deseos…-, sin producir sentimientos negativos asociados con ser juzgado.
En este punto, el discurso de la persona de más de sesenta años con un profesional de la salud mental, posee una drástica diferencia que si esta misma conversación ocurriera con un familiar o una amistad puesto que en este segundo caso –dialogo con familiar o amigo-, el adulto mayor se puede cohibir en sus verbalizaciones por el miedo por recibir una sentencia de la otra persona con quien tiene un vínculo afectivo cercano.
Además de esta emoción que desestimula en el adulto mayor el proceso de asociación de ideas, este otro familiar o amigo no es dueño de la capacidad, debido a la falta de estudio y experiencia, para manejar de manera adecuada una crisis que pueda darse dentro de la conversación, tampoco tiene herramientas para orientar la escucha hacia determinados objetivos mediante el desarrollo de retroalimentaciones e interpretaciones que permitan el conocimiento del contenido latente o integrar este con el manifiesto.
Dicha acción de comunicación acerca de su mismidad, con una escucha que lo esta direccionando durante las sesiones, mediante la incentivación por recorrer determinado camino, tiene la capacidad de activar variados centros de memoria y de funciones cognitivas, a la vez que permite que las emociones se conviertan en palabras, y por ende, puedan disminuirle su carga negativa en caso que la tengan.
Adicionalmente, los procesos internos que se dan dentro del contexto del consultorio, se amplían al espacio que existe entre sesión y sesión, puesto que el adulto mayor recuerda aquello que dijo, las interpretaciones y retroalimentaciones del terapeuta, y ejecuta los ejercicio dejados por el profesional, movilizando así tanto sus capacidades cognitivas como afectivas, y por ende, combatiendo las vulnerabilidades sociales, biológicas y psicológicas que caracterizan a esta población.
Esta utilidad de los procesos terapéuticos, también se presenta en los pacientes adultos mayores que tienen dificultad para recordar vivencias o para verbalizar tanto emociones como estados afectivos, sea por deficiencias en su sistema de pensamiento, especialmente en lo referente a la memoria, o por disfuncionalidades cercanas a la aleximia –incapacidad para verbalizar emociones o estados afectivos-.
En estos casos, el profesional de la salud mental “presta” momentáneamente palabras al adulto mayor, lo cual servirá para que el paciente se identifique con lo escuchado, se produzca una conexión emocional de los dos, mejorando el recuerdo y la asociación de ideas, y de esta forma, mermando el malestar emocional del adulto mayor.
Durante el proceso de asociación de ideas que ocurre dentro de la terapia, el adulto mayor puede y será estimulado para hablar tanto de sus vivencias positivas como negativas. Manifestaciones que al ser exteriorizadas, y con los aportes del terapeuta, puede alcanzar un contenido latente, el cual no era conocido por el paciente, pero ejerce una fuerza determinadora en la mayor parte de sus comportamientos y maneras de pensamiento.
El adulto mayor se puede conciliar con su pasado y asimilarlo de manera funcional, cuando encara los eventos negativos ocurridos en los años anteriores, resuelve conflictos, articula las discrepancias entre lo real y lo ideal, identifica patrones de continuidad entre pasado y presente, lo mismo que encuentra significado y valor a la vida y tiene una preparación adecuada con el proceso de muerte, el cual vendrá en el corto, mediano o largo plazo dependiendo de la edad y de las condiciones de salud de cada individuo.
De esta forma, el terapeuta orienta el camino del adulto mayor para que integre sus vivencias positivas y negativas concibiendo un aprendizaje a través de ellas, permitiendo hacer creaciones particulares para la re significación de sus recuerdos y el enfrentamiento adecuado de sus situaciones actuales.
La orientación del profesional permitirá que la auto-rumiación –forma negativa de la introspección- aparezca en el discurso sin reprimirse, con un carácter exploratorio en cuanto al conocimiento de sus ganancias, algo que permitirá suprimirla para el desarrollo de la auto reflexión.
Los procesos introspectivos en los cuales se realiza una auto-reflexión, tienen como principales objetivos la observación positiva y negativa de las vivencias y de los estados afectivos involucrados en ellas, lo cual permitirá retroalimentar su auto-concepto, aceptar su parte dominante y sumisa, y la posibilidad de la muerte, razón suficiente para ser más cuidadosos en cuestiones referentes a la salud física y emocional.
Este es un escrito que tiene dos propósitos fundamentales: El primero de ellos es formar en diversos componentes que permitirán profundizar en conceptos y variadas realidades psicológicas, así como mejorar la salud mental del individuo y del grupo familiar. El segundo objetivo es promocionar mi consulta clínica de forma virtual y presencial, ambas se pueden solicitar al celular 320 6919221