Acto suicida en adultos mayores.

Casi la totalidad de investigadores del adulto mayor, coinciden en que la conjunción de vulnerabilidad físicas, psicológicas y sociales, junto a factores genéticos, asociados al manejo individual de cada vulnerabilidad, son determinantes para el desarrollo de actos suicidas en este grupo de población.

En cuanto al manejo particular de las tres vulnerabilidades nombradas anteriormente, esta se refiere a ciertas características emocionales del adulto mayor: Impulsividad, comportamientos agresivos, inestabilidad emocional, poca estructuración emocional.

Peculiaridades que cada individuo tiene por la predisposición biológica o psicológica para desarrollar determinada disfuncionalidad emocional o por cuestiones ambientales ligadas a condiciones de vida poco saludables –abuso de sustancias, poco interés en el desarrollo de vínculos afectivos sólidos..-.

En países desarrollados, el método más común de los suicidios en adultos mayores de sexo femenino, es la sobredosis de hipnóticos, analgésicos y antidepresivos. Por otro lado, los adultos mayores de sexo masculino, prefieren ejecutar el suicidio mediante el ahorcamiento o la utilización de armas de fuego.

Según las estadísticas, los adultos mayores que atentan contra su vida, suelen tener menor número de intentos previos que una persona de otro grupo etario, y suelen acudir al médico antes de la realización de dicho acto, por lo cual existe un alto riesgo de concretar este suicidio.

En esta visita al médico, los adultos mayores, específicamente aquellos con enfermedades crónicas, hacen cuestionamiento acerca de su estado, el diagnóstico de sus patologías y del tiempo aproximado de vida, ocasionando que esta conversación con el profesional de la salud permita desarrollar más la ideación suicida y convertirla en acto.

La sintomatología de un adulto mayor que presenta comportamientos suicidas, se caracteriza por: desesperanza, insomnio, irritabilidad, incomunicación, pasividad, apatía, desinterés, estado de tensión, agitación constante, sentimientos depresivos, incapacidad para sentir placer, somatizaciones, escasa autoestima, poco cuidado de sí mismo, pensamientos constantes sobre el suicidio y la muerte, entre otros.

La mayor parte de las veces, el acto suicida en adultos mayores, tiene como finalidad huir de una situación actual dolorosa, por lo cual intenta liberarse de un dolor emocional insoportable –sentirse un estorbo para los demás, no significarse como una persona útil, sufrir de una enfermedad terminal con alto nivel de sufrimiento, ser abandonados por su familia-.

Algunos autores refieren que el adulto mayor adquiere progresivamente la consciencia de la finitud humana, lo cual pueden reforzar las ideas de suicidio, especialmente en personas que no han reprimido esta tema por cuestiones religiosas, en sujetos que tienen un desequilibrio neuroquímico significativo o en adultos mayores que se sienten excluidos por su familia.

En conclusión, los comportamientos suicidas de un adulto mayor tiene relación con rasgos de personalidad disfuncionales que no permitan que ellos se adapten funcionalmente a las vulnerabilidades propias de su edad –física, psicológica y social-.

En cuanto a la vulnerabilidad social, esta puede tener una influencia más significativa en esta clase de conductas puesto que el aislamiento y la discriminación de la cual el adulto mayor es objeto por parte de su grupo familiar, puede ampliar su efecto en la medida que el padre o el abuelo tiene emociones incontrolables debido a la disminución de su función inhibitoria.

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