
La organización mundial de la salud plantea que la adicción es una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia hacia una sustancia. Esta dependencia debe tener las siguientes características: 1) Fuerte deseo o necesidad de consumir la sustancia 2) Dificultades para controlar dicho consumo 3) Síndrome de abstinencia cuando se disminuye. 4) Necesidad de mayores dosis cada vez para lograr el mismo efecto –tolerancia- 5) Abandono progresivo de intereses ajenos al consumo de la sustancia 6) Persistencia en el uso de la sustancia a pesar de percibir de forma clara sus efectos perjudiciales.
Esta definición se encamina hacia el consumo de una sustancia. Sin embargo, se puede observar que estos síntomas se presentan en algunas personas cuando realizan determinadas actividades. De esta forma existen sujetos que se convierten en adictos a las redes sociales, videojuegos, casinos…
Las acciones preventivas que realizan constantemente la sociedad macro –gobierno, instituciones educativas…- y la sociedades micro –familia- cuyo objetivo es evitar y vigilar cualquier consumo de sustancias alucinógenas y embriagantes, han desestimulado un poco la ingestión de este tipo de sustancias por parte de los adolescentes.
Ante tanta dificultad por el consumo de sustancias adictivas, los sujetos entre 12 y 18 años, se han enfocado en otras acciones que ejercen consecuencias adictivas pero que la mayor parte de la cultura no la define de esa manera, por lo cual no existen políticas de protección y tampoco restrictivas.
Cuando el adolescente, adquiere comportamientos adictivos sin sustancias, sus objetivos primordiales con estas acciones son la creación de un mundo de fantasía que sirva para sopesar el malestar que es producido por el mundo real en su actualidad y en su pasado.
Malestar que el individuo no sabe manejar sanamente, entre otras cosas porque no tiene herramientas emocionales con que hacerlo. Por esta razón, las respuestas adictivas tienen ganancias psicológicas que intentan esconder su fragilidad emocional.
En este caso, la persona concibe la actividad en la cual se convierte en adicto, como un mundo de fantasía, olvidándose del suyo en el cual existen diversos inconvenientes que no puede resolver. El sujeto no quiere separarse de aquella cosa que más le produce alegría sin exigirle nada, significándola como un todo, desarrollando una relación casi que fusional con ella, algo que sirve para descargar tanto sus emociones negativas como sus emociones positivas, e igualmente sirve para definirse como persona y para relacionarse con los demás.
Debido que las acciones que pueden generar una adicción sin sustancia, no se han significado de esa forma por el orden social, los padres de algunos adolescentes no ejercen muchos controles con sus hijos acerca del uso desmedido del celular o del computador, tanto en horas diurnas como en horas nocturnas.
Otros padres ante su exceso de trabajo, tienen incapacidad para hacerles seguimiento a sus hijos adolescentes después que ellos han llegado de su jornada académica, por lo cual sus descendientes deciden y pueden realizar cualquier tarea sin supervisión alguna.
Algunos de estos padres sienten que es mejor que sus hijos ocupen su tiempo en algo que les distraiga dentro del entorno familiar, y no salgan por fuera de la casa, exponiéndose a peligros –inseguridad, pertenencia a pandillas..- y teniendo la posibilidad de convertirse en adictos a sustancias alucinantes.
La adicción sin sustancia de los adolescentes se puede acentuar cuando los padres no han tenido un contacto emocional con sus hijos en esta etapa y tampoco lo han tenido en la niñez, de tal manera que las acciones disfuncionales de los púberes como encerrarse en su habitación durante periodos de tiempo muy prolongados, son interpretados como comportamientos normales porque lo han hecho desde hace largos años, y porque la adolescencia es concebida como un periodo de tiempo en que existe un distanciamiento afectivo entre padres e hijos, necesario para la adquisición de la independencia por parte del menor.