La adopción es un proceso que, aparentemente tiene como propósito permitir que las parejas o personas que no han podido tener hijos biológicos, por diversas circunstancias, lo puedan hacer. Contrario a lo que se piensa, la adopción esta pensada para algo más fundamental de lo previamente expuesto.
El objetivo fundamental de este proceso es la consecución de un hogar estructurado y equilibrado en el cual se puedan restablecer los derechos –tener una identidad, tener la posibilidad de educarse y gozar de espacios de bienestar, pertenecer a un ambiente familiar con relaciones asertivas entre ellos, tener salud e integridad física, estar inscrito en el sistema de seguridad social, tener alimentación equilibrada..- a un menor que los ha perdido debido a diversas causas –maltrato o negligencia intrafamiliar, abandono-.
Por esta razón, los profesionales de las entidades que llevan a cabo los procesos de adopción –ICBF en el caso de Colombia-, tienen que realizar una meticulosa exploración de las características conscientes e inconscientes de los hogares que quieren adoptar, respecto de diversas temáticas.
Indagación que permite conocer tópicos como estructuración emocional de los posibles padres, características de los vínculos afectivos dentro del hogar, calidad de la red de apoyo de la familia extensa, equilibrio económico de la familia y otras cuestiones para evaluar la idoneidad de la familia.
En cuanto a la estructuración emocional de los posibles padres, esta se debe valorar en muchos aspectos, incluidos los concernientes a la motivación para adoptar, la significación de la pareja acerca de la infertilidad, el manejo que han tenido de duelos por los hijos que no han podido tener, y las fortalezas que tienen para que el niño/a que adoptarán, asimile emocionalmente los duelos que ha tenido.
En caso que se produzca la infertilidad cuando no existen razones orgánicas de peso, esta se puede caracterizar como un rechazo inconsciente hacia la feminidad o masculinidad, a la maternidad o paternidad, miedo a la sexualidad, en otras palabras miedo y rechazo a ser adultos.
El deseo de maternidad/paternidad puede estar sujeto a profundas ansiedades y temores inconscientes –Ej no ser potente para procrear, perder el amor de pareja si no existe un embarazo, la concepción que una vida sin hijos es vacía..- que están por debajo del deseo consciente y que, al no poder estar simbolizadas –representadas en la mente- producen la infertilidad.
Si la pareja no puede engendrar, ellos tiene que desarrollar el duelo de la pérdida de su capacidad fértil, el duelo de los hijos no nacidos, hijos imaginados producto de las fantasías inconscientes creadas desde la infancia y las fantasías inconscientes/conscientes llevadas a cabo con la pareja.
La familia que esta motivada para adoptar debe tener competencias suficientes para permitir que el nuevo integrante de la familia, pueda tener un proceso funcional de duelo por la familia que perdió y por la conexión emocional que ha tenido en los hogares sustitutos o con las distintas personas que han tenido contacto con ese infante.
Proceso de duelo que puede estar plagado de emociones de ira, tristeza, lo mismo que de sentimientos de culpabilidad por la creencia inconsciente y consciente acerca que fue ”malo” y que por ese motivo, sus padres no lo quisieron y fue abandonado.
Sentimientos y sensaciones consigo mismo que se pueden exteriorizar en dolencias corporales sin ninguna base biológica, problemas de adaptación, agresividad, inconvenientes para la formación de lazos emociones u otro tipo de comportamientos disfuncionales.
En cuanto a las resistencias de las parejas para el proceso de adopción, muchos colectivos rechazan esta acción a pesar que es la única forma de ser padres o madres puesto que no han aceptado que la infertilidad es parte de su ser. Una limitación, y por ende, algo que les falta. Incompletud que no toleran, por lo cual tratan de no pensar en ella, y por ende, no la significan esta característica como parte de su realidad.
Tal parece que estos sujetos determinan sus deseos de ser padres o madres, por una cuestión narcisista asociada a verse físicamente a través de su hijo, y no por su deseo de agrandar la familia, formar a alguien y a tener un vínculo afectivo profundo de padre o madre.
Estos sujetos tienen una idea tan reducida de la maternidad/paternidad ligada a la satisfacción de su propio narcisismo, que no han tenido en cuenta la posibilidad que su incapacidad biológica sea una oportunidad para realizar una acción que denote su responsabilidad social, puesto que ofrece una posibilidad para darle oportunidades de tener vínculos afectivos estructurados y una alta calidad de evolución a todo nivel –cognitivo, físico, lenguaje, adaptativo..- a un menor de edad que ha tenido una historia de vida relacionada al maltrato y negligencia intrafamiliar.
Sumado a dicha cuestión narcisista, y a pesar de los efectos adversos por la búsqueda repetida del embarazo y posterior desarrollo de este en óptimas condiciones, las personas y/o parejas que se niegan o no han concebido el proceso de adopción, a pesar de su necesidad de tener hijos, algo que se ha acrecentado por su infertilidad, sienten efectos positivos de la inseminación artificial.
Los efectos positivos están ligados a la alianza que puede ocurrir entre los miembros de la pareja con el objetivo de conseguir un embarazo. Ellos dejan de pensar en sus conflictos internos, logrando unirse, apoyarse y acompañarse en la búsqueda de un objetivo común. El proceso de embarazarse.
Alianza que permite no pensar acerca de las características del vínculo de pareja, y de cómo estas peculiaridades pueden influenciar de manera negativa para la consecución y posterior desarrollo de un embarazo, algo que produciría pánico y la necesidad de una terapia de pareja.