
Una de las conclusiones del ensayo anterior es que la pareja tiene tres componentes principales: El yo, el tu y el nosotros. Estos elementos se encuentran en permanente interacción y se determinan entre cada uno, de manera que si alguno tienen algún movimiento, esto tendrá repercusiones en los otros dos elementos del colectivo.
En caso que este movimiento del individuo se dé por cuestiones positivas –ascenso laboral, consecución de cierta meta..-, se verá reflejado tanto en el otro miembro como en el colectivo. En caso que esta actividad de alguno de los dos sujetos tenga tintes negativos –muerte de un familiar, enfermedad, pérdida de empleo..-, tanto el compañero sentimental como la sociedad de dos, se pueden resentir.
En cuestiones de la pareja, si en esta ocurren hechos positivos –embarazos esperados, cambio de casa, viaje de placer..-, cada miembro de la pareja sentirá esa emoción, mientras que si las vivencias son nocivas –perdida de la casa, quiebra, enfermedad delicada de los hijos..- esto repercutirá, también, en cada una de las personas que forman la pareja.
De esta manera, se puede observar como las consecuencias de algún componente del sistema, se irradia a todo el conjunto, motivo suficiente para que una disfuncionalidad en cualquiera de los puntos del triangulo –yo, tu, nosotros- deba ser tratada y solucionada de la forma más dinámica y eficaz posible.
Dichas disfuncionalidades solo son posibles ser diagnosticadas en la medida que cada miembro tenga un conocimiento adecuado de sí mismo, del otro y del colectivo. Sabiduria que se adquiere por la permanente interacción, por la apertura emocional a lo que él –propio individuo- y el otro, han sido, son y se convertiran en un futuro.
En cuanto a las crisis o disfuncionalidades individuales, muchas de ellas se remedian mejor con la cooperación de la pareja, lo cual permitirá que el sujeto afectado de cabida a otros analisis y formas de solucionar la situación, y también permite que el colectivo se afecte lo menos posible.
Por otro parte, existen otras crisis o funcionamientos desacertados a nivel personal que solo requieren un acompañamiento emocional del otro, provocando el crecimiento de las herramientas psicológicas para la creación de soluciones, y que estos invonvenientes no se amplien al colectivo.
En cuanto a los problemas de la pareja como equipo de trabajo, ambos necesitan aceptar que existe una situación conflictiva en común, que requieren solucionar. Tras este primer acuerdo, los dos deben centrarse en sus repectivas interpretaciones sobre la dinámica que ha tenido esta situación dentro de la pareja –particularidades de su origen, desarrollo, consecuencias que ha tenido dentro de la pareja, entre otros pensamientos-.
El hecho que los dos se escuchen y manifiesten de forma asertiva su lectura de lo que es nocivo dentro de la relación, y como esto ha tenido un movimiento que ha determinado la calidez actual del vínculo afectivo, puede provocar el conocimiento del interior del otro, la empatía con ese contenido, y el deseo de encontrar acciones y comprometerse en la realización de ellas, con el fin de crear o retornar aquel vínculo sano que alguna vez tuvo lugar.
La mayor parte de las ocasiones, este proceder necesita el direccionamiento de un otro terapéutico que sea capaz de contener las emociones negativas de cada miembro, permitiendo que estas no se exterioricen inadecuadamente sino que lo hagan asertivamente, y se enfoquen en la creación de acuerdos y soluciones.
El mejoramiento y/o cancelación de las dificultades del yo colectivo, repercutira positivamente en cada uno de los yo individuales, lo cual tendra la capacidad de nutrir el movimiento dentro del sistema y la energia que emana del sistema triangular hacia el medio ambiente.