Las modificaciones neurobiológicas que sufre el adolescente, así como sus trasformaciones psicológicas y sociales, lo mismo que los efectos comportamentales del duelo producto de la terminación de la etapa de la infancia, ocasionan que los sujetos a estas edades se encuentren demasiados desubicados y desequilibrados emocionalmente, imposibilitando su capacidad de auto-motivarse en aspectos diferentes a la pertenencia a su grupo de pares –relaciones sociales y vínculos afectivamente vinculantes-.
Este camino de la auto-motivación del adolescente, es más complejo incluso con las actividades de pertenencia a grupos, cuando los padres no han tenido con ellos, durante la niñez, un vínculo afectivo sano que permita ayudarle a descubrir tanto sus orientaciones como sus expectativas motivacionales e integrar ambas, tal como se explicó en el escrito anterior.
Aunque padres e hijos hayan tenido un lazo afectivo funcional en su niñez, permitiendo que el menor adquiera herramientas de carácter psicológico, logrando, entre otras cosas, auto-motivarse, el adolescente, con el seguimiento de sus figuras parentales nuevamente, tendrá que explorar sus orientaciones y expectativas emocionales para cerciorarse en que medida estas han cambiado.
En este momento, los padres necesitan cuestionar a su hijo para saber si este cambio ha sido producto de la pérdida de motivación referente a temáticas distintas a la pertenencia e implementación de actividades con su grupo de pares, o es ocasionado por el nacimiento de otros intereses ligados a actividades socialmente productivas –estudio, deporte, arte…-.
La respuesta a cualquiera de los dos cambios nombrados en el párrafo anterior, permitirá que padres e hijos realicen un dialogo constructivo en el cual se pueda explorar características de la mismisidad del adolescente, mejorando con ello, su vínculo afectivo.
El resultado de dicha introspección de los adultos con el menor, generará elementos significativos para que ellos reflexionen y expresen acerca de tópicos como el direccionamiento que quieren darle a su vida junto las contribuciones que pueden realizar, la asimilación emocional de su historia con el objetivo de fortalecer sus cualidades, disminuir sus debilidades y darle unicidad a su verdad.
Adicionalmente, esta introspección en conjunto puede proporcionar elementos al adolescente para que utilice su agresividad natural, como consecuencia de la alta producción de estrógeno y testosterona, desplazándola hacia una competitividad sana con los otros y con él mismo en actividades socialmente aceptadas y valoradas.
Tanto la auto-motivación que el adolescente haya tenido en su periodo de infante, como el seguimiento de actividades y el dialogo con sus padres en estas edades entre 12 a 18 años, son la base de ellos para el planteamiento de un proyecto de vida y de la elección vocacional complementado por las instituciones educativas.
En este punto, los adultos enseñaran el concepto acerca que las acciones para auto-motivarse requieren estar acompañados de proyectos que sustenten actividades para la realización de estos deseos, algo que se tendrá que evaluar constantemente.
Proyectos que son el resultado de un diagnóstico de la actual situación, teniendo como punto de partida aquellas motivaciones del adolescente. El sujeto de estas edades necesita aprender que cada actividad se desarrolla con la creación de pasos o procedimientos establecidos junto a la observación permanente de su cumplimiento.
Para la realización de estos proyectos, los padres requieren que su hijo interiorice el concepto acerca que la totalidad de ellos tendrán algunos puntos que ocasionan displacer o inconformidad, pero que deben ser ejecutados para conseguir el objetivo mayor.
En este punto, las figuras parentales enfatizarán sobre la importancia del macro-contexto y que este no se vea afectado por falta de motivaciones en los aspectos micro, lo cual podrán realizar estimulando en su hijo adolescente diversas reflexiones sobre su incomodidad o dificultad por el cumplimiento de ciertos propósitos, junto con los planes para llevarlos a cabo.
Los planes de desarrollo que los padres ofrezcan para el mayor desarrollo de esta competencia en el periodo de la adolescencia, también requiere que esta se vea reflejada en los comportamientos cotidianos de ellos, sea en los aspectos concernientes a su trabajo o en aquellos temas relacionados con su vida en pareja o sus actividades en el tiempo libre.