Desarrollo de la competencia de proactividad en los adolescentes.

Para que se desarrolle la competencia de proactividad, tal como se mencionó en el escrito anterior, es necesario que se integren o confluyan otras tres competencias: La capacidad de anticipación, la perseverancia en la consecución de logros y la toma de decisiones.

En la adolescencia existen razones de tipo neurobiológico, al igual que motivos psicológicos y sociales en el adolescente que pueden estimular la procastinación de sus acciones – acto de posponer una actividad que debe ser realizada con un alto o cierto grado de celeridad-.

Los padres necesitan anticiparse a las transformaciones de su hijo que no permiten que se desarrolle esta competencia. Una de las formas de hacerlo es conseguir que sus hijos niños interioricen la importancia y obtengan placer en la exploración de conocimientos, habilidades y personas.

Estimulando estas acciones desde niños, los ahora adolescentes tienen un desempeño significativo, el cual por su competitividad desearan mejorar. De esta forma, ellos, además de sus deseos de no aplazar aquellos aspectos vinculados con sus amistades y relaciones de pareja en caso que las tengan, también tendrán otra línea de actividades que no pretenden procastinar.

En cuanto a la perseverancia, el desarrollo de esta competencia durante la adolescencia se encuentra asociada con las planeaciones que el joven ha llevado a cabo acerca de las actividades a corto, mediano y a largo plazo, referente a sus motivaciones o al mejoramiento de sus debilidades u obligaciones. Planeaciones que deben haber contado con el asesoramiento tanto de los padres como de la institución educativa, y que son más significativas en la medida que el sujeto de estas edades tenga un vínculo afectivo funcional con padre y madre.

Vínculo que se caracteriza en que los adultos acompañan y hacen seguimiento de las distintas acciones de sus hijos, haciendo las respectivas retroalimentaciones acerca del proceso y de los resultados tanto en sus actividades obligatorias como en las extracurriculares.

Acerca de sus actividades obligatorias, los padres deben cerciorarse que sus hijos perseveren para el mejoramiento de las materias que tienen en mediocre rendimiento y para la potencialización de las materias con rendimiento aceptable o superior.

Este seguimiento de las figuras parentales es el monitoreo cotidiano que ellos necesitan realizar en las acciones de su hijo relacionadas con su rendimiento académico –Estar pendientes acerca de la capacidad de su hijo para organizarse, planear y ejecutar adecuadamente sus obligaciones como estudiante-.

Sobre las actividades externas a sus obligaciones escolares –grupos deportivos, clases musicales, scout-, las cuales debieron haber sido comenzadas antes de los seis años, y que ahora que el adolescente tiene mayor capacidad cognitiva y mayor conocimiento de su deseo, se pueden asociar con proyecciones y valores esperados.

Por el lado de la institución educativa, esta puede colaborar para este fin, con programas extra curriculares que fomenten la realización de proyectos, tanto individuales como grupales, acerca de diferentes temáticas de investigación que generen interés en los estudiantes. Proyectos que pueden ser de dos o tres años.

En estos proyectos, la persona que lo dirige debe tener un conocimiento avanzado en el tópico a investigar, en las herramientas metodológicas para abordarlo y también debe poseer el conocimiento del grupo poblacional que orientará, lo mismo que herramientas psicológicas que le permitan solucionar situaciones ante posibles crisis.

Los planes de desarrollo que los padres ofrezcan para el mayor desarrollo de la competencia de perseverancia en el periodo de la adolescencia,  también requiere que esta se vea reflejada en los comportamientos cotidianos de ellos, sea en los aspectos concernientes a su trabajo o en aquellos temas relacionados con su vida en pareja o sus actividades en el tiempo libre.

En caso de adquirir un logro sobresaliente en las diversas temáticas que el adolescente se haya puesto, los padres pueden ofrecer algún premio que sirva como reconocimiento a sus esfuerzos. Logros sobresalientes que son diferentes a sus obligaciones en los quehaceres del hogar o en tener efectivo rendimiento en su rendimiento escolar.

En cuanto la incentivación de la competencia de toma de decisiones, esta puede implementarse con la creación de espacios de discusión sobre situaciones que pasen en la cotidianidad y que despierten el interés en el adolescente –colegio, situaciones problemáticas de adolescentes…-.

Ejercicio que puede tener una variante consistente en que la presentación de los argumentos durante la discusión, se harán defendiendo las posiciones que los sujetos “odian” o con las cuales no se identifican. Dicha variante, además de su objetivo de facilitar la toma de decisiones, también es útil para que los adolescentes empaticen con la posición contraria a sus creencias.

Así, cada adolescente de manera individual o grupal, tiene la posibilidad de conocer aquellas maneras de explicar las cosas que no generaban ninguna motivación, y de esta manera, puede ampliar su nivel de análisis considerando otro tipo de circunstancias y recursos disponibles.

Llevando a cabo estas dinámicas con cierta regularidad, el púber tendrá más capacidad para el conocimiento de distintas interpretaciones y la exploración de mayor cantidad de variables, algo que permite la toma de decisiones funcionales junto al desarrollo de la inteligencia post formal.

La interiorización de la proactividad también requiere que esta se vea reflejada en los comportamientos cotidianos de sus padres, sea en los aspectos concernientes a su trabajo o en aquellos temas relacionados con su vida en pareja o sus actividades en el tiempo libre.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *