Esta dinámica de pareja o colusión dominante-sumiso se caracteriza porque un miembro de la pareja pierde la autonomía con respecto al otro miembro. El miembro dominante tiene un control desmedido, por lo cual existe una necesidad de dominio y sometimiento del otro, minimizando su actividad lo más que se pueda. A su vez, el otro experimenta placer con este accionar dominante de su compañero.
El miembro dominante desea controlar constantemente a su pareja pero debido a su rigidez, fracasa algunas veces. En la familia y en la pareja, exigen la adhesión incondicional del otro pero no se siente obligado a la reciprocidad. Este sujeto también exige de su pareja explicaciones constantes de todo lo que hace y pretende tener la razón en la totalidad de las ocasiones.
Por otra parte, la persona sumisa o pasiva no ofrece resistencia ante su pareja controladora, dejando toda la responsabilidad de la relación en el cónyuge. Sin embargo, domina al otro dejándose dominar por él, eludiendo, de forma disimulada, la exigencia que el otro querría tener sobre él.
El accionar escondido del miembro dominado, permite que este miembro ejecute acciones como quedarse a escondidas con el dinero del otro, tener relaciones extra matrimoniales secretas, descuidar los hijos, sin que su compañero se dé cuenta o a la ejecución de otro tipo de cosas.
Los individuos que forman parte de esta pareja sienten un gran miedo al abandono, a pesar que no tienen un vínculo afectivo que sea suficientemente seguro. Ellos reclaman en el otro la atención, la ternura y la comprensión que no pueden darse ellos mismos, lo cual se originó por no sentir que tuvieron un apego seguro con sus padres.
La dinámica de pareja dominante-sumiso puede ser funcional, y no convertirse en patológica, en la medida en que cada miembro de la pareja se alterne las funciones y en la medida que ambos papeles –dominante o sumiso- no tengan una diferenciación muy significativa.
El profundo distanciamiento entre los miembros de la pareja que tienen este tipo de dinámica, se puede dar con mayor facilidad en las relaciones con diferencia de edad superior a los diez años, lo mismo que cuando existen principios de vida, nivel educativo o niveles socio-culturales muy disimiles.
En estos casos, la persona de mayor conocimiento, edad, nivel socio-cultural y educativo, lo mismo que de principios de vida más altruistas, ejerce el papel de dominancia, mientras que la pareja, aparentemente se deja dominar. Sin embargo, el dominado es el que domina y termina haciendo lo que desea.
De esta forma se puede observar la manera en que se intercambian los papeles. El dominante termina haciéndose el desentendido y dejándose dominar, mientras que el dominado obedece en un principio pero al final hace caso omiso del control que están ejerciendo sobre él/ella.
El dominante es la persona que quiere imponer al otro su manera de concebir el mundo, forma de la cual no está seguro, permitiendo que su pareja ejecute la función de desorganización de sus conceptos y de acciones de acuerdo al cumplimiento de sus deseos, no importa que estos deseos vayan en contravía de una normatividad
Por otra parte, el dominado manipula al dominante, permitiendo que este sea feliz al creer que domina la relación afectiva y los comportamientos de su pareja, por lo cual baja la guardia, momento que es aprovechado por el sumiso para cumplir todos sus deseos.