Educación religiosa en los niños de primera infancia.

La religión es la agrupación de personas que creen en la existencia y en la determinación en la realidad, tanto interna como externa, de una deidad determinada. Al ser colectivos, cada religión se fundamenta en ciertas particularidades que deben ser cumplidas por sus miembros –historia, normas, rituales, celebraciones, templos, imágenes..-.

La religión  objetiviza  la presunción de un dios individual y la necesidad para su creación. Objetividad puesto que se produce un acuerdo entre subjetividades con base en el libro sagrado, el cual ha sido escrito por varios autores respetados en distintas épocas, conteniendo historias reales e imaginarias en las cuales se ejemplifican los cimientos de cada religión.

La religión permite que el ser humano llene el vacío estructural que tiene. Este vacío  es una consecuencia que ocurre debido que el individuo pertenece a una cultura que le exige el cumplimiento de ciertas normatividades, incluida la separación del vínculo fusional con su madre.

Al tener que cumplir normas para convivir sanamente con los otros, el individuo se sitúa con un agujero en su mismisidad, el cual es tratado de llenar con la creencia en una deidad imaginaria y la pertenencia a un grupo que haga lo mismo alrededor de distintos actos simbólicos.

El individuo no soporta tener que responder la duda constante sobre qué es lo correcto y que es lo incorrecto, dejando esta respuesta a la religión –una institución afuera-, teniendo dificultad para admitir que aquellas normas de convivencia, son conceptos interiorizados de acuerdo a sus vínculos afectivos dados en la primera infancia.

Adicionalmente, el sujeto no soporta tener el vacío que toma la forma en el cuestionamiento sobre que existe más allá de, dejando que esta respuesta sea dada por una deidad creada por la cultura, sin tomar en cuenta que este estado de perturbación es el que impulsa al ser humano a la búsqueda de respuestas por sí mismo, mediante procesos introspectivos y/o terapéuticos, o búsqueda de respuestas mediante acuerdos intersubjetivos con otros.

Concibiendo la religión como una forma insana de completar al ser humano y que él sienta la ilusión que no tiene un vacío estructural, concluyo que la formación religiosa en los infantes asociada con la presión para agruparse en el mismo sistema de creencias de los padres, ocasiona que los pequeños tengan una oblicuidad para el entendimiento de la realidad, y traten de deshacerse de su responsabilidad interna –creación de comportamientos éticos, solución de la curiosidad por conocer acerca de sí mismo, los otros o la naturaleza….- para otorgársela a alguien externo –deidad y grupo religioso-.

Este tipo de formación asociada a la obligación por la pertenencia a determinado grupo religioso, algo que tiene más efectos negativos que positivos, los padres de los niños de primera infancia podrían transformarla por una educación religiosa basada en el conocimiento en la historia de las diferentes religiones, el significado de los simbolismos y la incentivación del pensamiento crítico respecto de estas formas de concebir la vida.

Conocimiento religioso que se tiene que integrar con el saber acerca de variadas culturas, su historia, sistema normativo,  ideales, entre otras cosas. Saber en el que, de igual forma, se estimule el pensamiento crítico con respecto a esos pueblos y a las aplicaciones que se podría realizar con respecto a la sociedad actual.

Durante este ciclo formativo, no se puede olvidar la parte psicológica concerniente a que el niño pueda asimilar emocionalmente que la totalidad de las personas que viven en una sociedad, tienen un vacío estructural. Estado del individuo que no tiene connotaciones negativas sino positivas.

En efecto, visualizar el vacío estructural como algo nocivo, origina que las personas se quieran completar con creencias en deidades, religiones o adicciones, sin concientizarse acerca que tenerlo permite el cuestionamiento y realización de acciones de mejoramiento concernientes a sí mismo y la sociedad –sujetos y objetos-.

Una de estas acciones que los padres deben modificar por la educación religiosa que se imparte actualmente, es la formación de la inteligencia emocional, en la cual los adultos enseñen a su hijo a conocer su mismisidad, controlar sus emociones, descubrir sus deseos, generar la empatía y las relaciones asertivas con sus semejantes.

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