
La muerte, entendida como el cese o la terminación de toda actividad, es un concepto que acompaña al ser humano durante el transcurrir de su vida. Del mismo modo, la vida, entendida como el movimiento o el accionar, también es un concepto que sigue el trajinar del individuo a través del tiempo.
Tanto la muerte como la vida es una dicotomía de la cual no se puede huir. Por una parte, el sujeto necesita estar en un estado de permanente circulación, lo cual permite adaptarse a una cultura sanamente, tener relaciones asertivas con los demás y lograr un desarrollo equilibrado del sí mismo.
Sin embargo, las personas también requieren la disminución de la intensidad de sus quehaceres diarios, con el objetivo de descansar, equilibrarse y re pensar sus procesos mentales, evaluarlos y darles otros direccionamiento en caso que se necesite. En otras palabras, el acercamiento a la inactividad –muerte-, permite el reposo, la transformación y el mejoramiento de nuestros comportamientos, pensamientos, emociones y sentimientos.
Además de la muerte con la definición de inactividad, esta -la muerte- se presenta en la mentalidad del bebé, desde muy pequeño. Muerte que en la primera infancia corresponde a un deseo que el otro no este –el padre-, deseo que el pequeño tiene para que la figura paterna o quien haga sus veces, no se interponga en la unión entre el niño y su madre, permitiendo que él prosiga su vínculo fusional con su figura materna.
La muerte entendida como el deseo que alguien no se encuentre cerca, se modifica con el crecimiento del niño y adquiere la connotación de muerte física. Aún así, el niño y posterior adulto conservan en su emocionalidad, no ligada con la parte racional y/o el discurso, la ligazón entre muerte y no estar.
Significado emocional que se conserva reprimido pero que hace parte de los deseos más profundos del sujeto, en las diferentes etapas de la vida, especialmente en las situaciones en que la persona no consigue lo que quiere debido a la presencia de otro.
En la niñez, el concepto emocional de muerte se puede observar cuando los niños desean que sus hermanos no estén, debido que sienten que sus padres los prefieren a ellos, o el deseo que otros niños no se encuentren cerca y no les quiten a los amigos-,. Este concepto también se puede visualizar en la época de la adolescencia, adultez joven –el proceso de selección para conseguir un trabajo-, vida en pareja –momentos de infidelidad-…
La muerte interpretada como el deseo que alguien no se encuentre en ese punto de espacio y tiempo se reprime parcialmente aunque no con éxito completo, represión que se puede dar debido a la adquisición de códigos morales, mientras que la muerte interpretada como una disminución total de la actividad, es un proceso a lo cual debemos acercarnos para lograr el equilibrio y el progreso.
El individuo se encuentra familiarizado con el concepto de muerte desde su nacimiento. A pesar de esto, en el periodo de la adultez mayor, el ser humano reformula su vínculo con esta definición puesto que el proceso de envejecimiento es impuesto genéticamente, y no se puede manipular, tal como ocurre cuando enlentecemos los ritmos o cuando queremos que alguien no este.
Muchos adultos mayores, en la medida que cumplen más edad, aceptan el proceso de envejecimiento del funcionamiento en sus sistemas corporales, incluyendo el inmunológico, dedicándose a esperar el proceso de muerte de forma pasiva.
Otros adultos mayores, aceptan que sus capacidades se encuentran en proceso de declinamiento, pero tienen un proyecto de vida que permita direccionar su deseo en la conservación de habilidades y de condiciones de salud para desarrollarse más años, tener calidad de vida y demorar el periodo de envejecimiento, con unas sanas condiciones corporales, lo mismo que un efectivo procesamiento de información, sano ambiente socio familiar y equilibrio tanto de la autoestima como de los demás aspectos afectivos.