El descontrol del niño en el manejo del esfínter anal después de haberlo aprendido a usar.

La encopresis infantil o dificultad de los niños para dominar el esfínter anal, suele suceder cuando se acumulan las heces en el colon y en el recto, llenándose el colon, por lo cual las heces líquidas se filtran alrededor de las heces retenidas, con el consecuente manchado de la ropa interior.

La encopresis suele ocurrir después que el niño ha aprendido a controlar el esfínter anal. Este trastorno es ocasionado en alto porcentaje por estreñimiento crónico. Sin embargo, en algunas ocasiones, este fenómeno solamente se enmarca desde el punto de vista emocional.

Cuando se presenta esta disfuncionalidad en los niños, los padres necesitan que su hijo sea diagnosticado por un pediatra, profesional que realizará su evaluación clínica y enviara la toma de algunos exámenes para cerciorarse la existencia o no de una disfuncionalidad a nivel orgánico.

En caso que dicha valoración no arroje resultados asociados a una patología biológica, las figuras parentales requieren acudir a un profesional de la salud mental, quien valorará al pequeño y a sus padres, para darse cuenta del desarrollo emocional del niño y de las características de los vínculos afectivos entre los padres, y de ellos, como colectivo y como individuo, con su hijo.

Las informaciones que ofrezcan estas valoraciones servirán para que el profesional concluya sobre los posibles detonantes presentes que ocasionaron que el niño retornara a su etapa de desarrollo en la cual todavía no tenía el completo control del esfínter anal.

El niño retorno a este periodo, el cual en la mayor parte de los casos es entre los dos y los tres años, puesto que dicho tiempo se caracterizó por emociones muy placenteras para él –el niño- en la medida que obtuvo mucho placer asociado al aprendizaje de expulsar heces en el inodoro o en la vasenilla y de retenerlas cierto tiempo, y en la medida que podía manipular al adulto con el manejo de su esfínter anal.

El menor se devolvió a esos meses en los que obtuvo máximo placer porque su realidad actual la considera amenazante y demasiada displacentera. Realidad que puede estar asociada a la llegada de un hermanito, la separación de los padres, la entrada al colegio..

Es necesario analizar cuál es el significado que el niño está dando a los detonantes o desencadenantes presentes. Significado que puede darse desde la imaginación del infante o desde diversos hechos objetivos cercanos al entorno del infante.

En cualquiera de las dos situaciones, el profesional de la salud mental, por medio de metodologías propias para los sujetos de primera infancia –dibujos, juegos con títeres…-, establecerá un ambiente terapéutico que genere en el menor la confianza y la tranquilidad necesaria para exteriorizar su yo superficial y su yo más profundo.

En este momento, el niño pondrá en el adulto su respeto y su cariño, permitiendo que este último –el terapeuta- retroalimente al pequeño y ofrezca las interpretaciones necesarias que conduzcan a conocer las razones por las cuales los desencadenantes tienen esa connotación, creando las herramientas emocionales para manejarlos, sin que se den las respuestas disfuncionales como la encopresis.

El trabajo del terapeuta solo tiene sentido en la medida que este asociado con las transformaciones que el entorno familiar necesita llevar a cabo para que el niño sienta que su hogar ofrece vínculos afectivos funcionales que permitan enfrentar las adversidades que pasen dentro y fuera del hogar.

La mayor conclusión de este escrito se encuentra ligada a que la encopresis dada por causas emocionales, requiere resolverse con un proceso terapéutico que vincule tanto al niño como a sus padres, puesto que existen detonantes actuales que provocan demasiado malestar en el infante, de una forma tal, que él no desea enfrentar el presente, por lo cual retorna a un pasado muy satisfactorio, su propia etapa anal.

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