El dormir es una parte integral de la vida cotidiana, una necesidad biológica que permite restablecer las funciones físicas y psicológicas esenciales para un pleno rendimiento. Según estudios de la neuro ciencia, la función del dormir se lleva a cabo desde el comienzo del desarrollo fetal.
Los hallazgos científicos permiten concluir que el feto dentro del vientre materno, duerme aproximadamente veinte horas al día, tiempo que se puede modificar en la medida que dicho feto tenga una estimulación tanto auditiva como visual del exterior o en la medida que la madre tenga un ambiente intranquilizante o amenazante, el cual produzca malestar en su hijo.
Durante los nueve meses que el bebé se encuentra dentro del vientre materno, el feto tiene un ambiente de total oscuridad, por lo cual se puede decir que no posee ciclo circadiano –el ciclo circadiano es el que permite organizar los patrones de sueño depende de las pautas del día y la noche-.
Al no nacer con ciclo circadiano, los niños deben aprenderlo con las enseñanzas dadas por la madre durante sus primeros meses, enseñanzas que dependen de las necesidades del hijo en el ciclo de alimentación y de como la madre signifique esta alimentación.
Generalmente, las bebés pueden resistir más tiempo sin comer, permitiendo que a los treinta días de edad, duerman durante toda la noche. Por otro lado, algunos bebes hombres, pueden durar hasta las ocho semanas sin dormir ocho horas seguidas, debido a sus altas necesidades alimenticias.
Sin embargo, a los dos meses de nacidos, los padres deben tener el suficiente conocimiento de su hijo, el cual permita alimentarlo con la cantidad adecuada en horas de la noche para que el bebé duerma durante ocho horas seguidas, y acomode de esta forma su ciclo circadiano.
En caso que el pequeño se despierte en horas de la madrugada, las primeras veces los padres lo visitaran en su habitación, sin cargarlo, durante veinte minutos, hablaran con su hijo con mensajes amorosos y mensajes que expresan los deseos acerca que se vuelvan a dormir –pueden cantar o mover los móviles de la cama para calmar la angustia del pequeño-, y darán un tetero con agua en caso que el llanto sea excesivo y con mucha fuerza.
Después de la tercera o cuarta ocasión, los padres deben dejar llorar a su hijo hasta que él/ella se calme. Estas figuras parentales, especialmente la madre, deben controlar su deseo de contener el llanto de su bebe, el cual genera comportamientos como cargarlo y abrazarlo.
De esta manera, el niño comenzará a aprender que la noche es un tiempo para dormir y no para comer o estar despierto. Igualmente, el infante podrá aprender que en caso que no tenga sueño, él debe volverse a dormir solo o distraerse, sin la presencia de alguien, con la manipulación de sus juguetes o sus móviles.
El aprendizaje de este ciclo circadiano también depende que los padres, a partir del tercer mes de vida de su hijo, logren retirarlo de la alcoba nupcial, proporcionándole su propio espacio, de manera que el infante sienta que es alguien diferente respecto de sus figuras parentales. El hijo intentará retornar a la cama de sus padres mediante un llanto manipulativo, que logrará su objetivo depende de la firmeza que ellos tengan.
De esta forma, el ciclo circadiano, los horarios de comida y la asimilación que el niño haga sobre que es alguien diferente a sus padres, y que tiene un lugar particular en el mundo –su habitación-, son las primeras normatividades que debe tener el hijo pequeño.
Normatividades necesarias para el desarrollo de competencias psicológicas asociadas con la adaptación, independencia, tolerancia a la frustración, autorregullación. Por otra parte, estas pequeñas reglas permiten que los padres signifiquen a su hijo como sujeto ligado a una normatividad social, y no como pertenencia.
En la medida que el niño de más de tres meses no tenga hábitos saludables de sueño, teniendo un “mal dormir” de forma repetitiva, y no duerma en una habitación separada de la de sus padres, se puede concluir que existe algún tipo de inconvenientes en el vínculo entre los padres y el hijo o en el vínculo entre los padres, asociado a la significación insana de su hijo, escaso trabajo de equipo entre los padres y/o a problemas de límites.
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