El grupo preadolescente.

Como se ha explicado en escritos anteriores, el despertar de las hormonas sexuales, asociado a factores psicológicos y socioculturales, ocasiona una variedad de cambios en las interacciones que el preadolescente  tenga con él mismo y con los demás individuos.

Dicha manera nueva de relacionarse tiene efectos determinados en su auto estima, algo que dependerá del manejo individual producto de unos vínculos afectivos sanos con sus padres desde los años de primera infancia, y por ende, de una estructuración adecuada de personalidad.

En el momento en que el preadolescente percibe que es otro y se visualiza de manera extraña en el espejo, él comienza a sentir cierto nivel de atracción sexual hacia el sexo opuesto en la mayor parte de ocasiones, aunque en otras pocas, el sujeto siente una atracción de tipo homosexual.

Sin embargo, este preadolescente, al significarse en otro cuerpo y desconocerse en él, siente que vive en algo corpóreo distinto de lo que es, y poco atractivo por demás debido a factores como el acné, la sensación que no puede manejar su cuerpo de manera armónica…

Estas circunstancias junto a la desmotivación por establecer lazos de preferencia o de afinidad con el sexo opuesto, ocasiona que el preadolescente sienta que no posee  herramientas psicológicas y recursos para interacciones cuya finalidad sea la conquista o la construcción de una pareja como tal.

De esta forma, los preadolescentes descansan sus inseguridades en la formación de colectivos del mismo sexo, permitiendo de esta forma, protegerse ante la falta de habilidades en las relaciones con el sexo contrario, logrando una complicidad entre los miembros, y consiguiendo aprender juntos acerca de técnicas para el acercamiento exitoso con el sexo contrario.

Adicional a lo anterior, los preadolescentes son más propensos a pertenecer a grupos del mismo sexo debido que necesitan la identificación  con personas que tengan historia, punto de vista y gusto similares –en la preadolescente existe un abismo gigante, entre ambos sexos, en cuanto a la manera en que fueron criados y en la forma de concebir la realidad-.

Dicha necesidad de identificarse con un grupo externo a su clan familiar es un paso que requieren desarrollar, para desligarse afectivamente de sus padres, y así adquirir su “tan ansiada” independencia” psicológica. Grupo externo con el cual es más fácil lograr acuerdos de formas de pensar y de estructurarse internamente, si son del mismo sexo.

Con este fenómeno del grupo preadolescente, se puede concluir que dicha agrupación esta buscando un modelo identificatorio que reemplace al padre del mismo sexo, por lo cual, formar asociaciones afectivas con personas del sexo contrario, no interesa en estos momentos del crecimiento.

Ante esta conducta muy frecuente del preadolescente, también existen algunas salvedades. Estas consisten en que el grupo deja vincularse a cierta persona del sexo contrario, la cual se comporte o tenga afinidades parecidas con la mayor parte de sus miembros.

Otra salvedad que puede ocurrir, es que el grupo se haya formado antes de la pre adolescencia, con lo cual al llegar a esta etapa, se respeta la tradición y el grupo no se disuelve. En este caso, el colectivo esta compacto y es capaz de mediar opiniones disimiles que se agrandan por la distinción de sexos.

Es tal la influencia que tiene el grupo del mismo sexo en las decisiones del preadolescente, que las pocas relaciones afectivas de preferencia –pareja- se dan con el consentimiento y la determinación del pensamiento de los grupos de cada miembro de la pareja.

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