El rito de la celebración de los quince años en las mujeres.

La costumbre de la conmemoración de los quince años de la mujer, llevando a cabo una fiesta con significación especial,  proviene de los aztecas  y mayas, culturas precolombinas que habitaban en toda la extensión de tierra comprendida entre la parte de México y Guatemala.

Dicha celebración se realizaba para darle la bienvenida al adolescente en la vida adulta, definiendo esta adultez como la posibilidad biológica para tener hijos y la apropiación de la demanda cultural que se implementaba a las personas del sexo femenino para casarse

Con el transcurrir del tiempo, esta fiesta modificó un poco su sentido por el de la presentación de la adolescente en sociedad. Sin embargo, esta transformación en su lado manifiesto no implico un cambio en su profundidad, puesto que exponer a la adolescente en una ceremonia, que en muchos casos resulta ser ostentosa, es dar autorización e invitar a la sociedad, especialmente a las personas del sexo masculino, no importa su edad, para cortejar a la púber, formar una pareja y tener hijos con ella.

Esta referencia a la edad es esencial porque una cantidad considerable de los padres, ejecutan este agasajo convidando a sus amigos, compañeros de trabajo y conocidos, dejando un mínimo espacio para los amigos y allegados de la adolescente, con lo cual se puede concluir que el impulso mayor que hacen las figuras parentales para ser galantes y seducir a su hija, es realizado a personas que tienen más de veinte años de diferencia con la púber.

A pesar que la interpretación original de la fiesta de los quince años, con su posterior transformación, ha sido olvidada con el tiempo, queda ciertos remanentes en la memoria, algo que ocasiona comportamientos como que los padres y adultos mayores lloren y den un discurso en el cual reafirman el mensaje que su hija o nieta será distinta a partir de ese día, puesto que se ha convertido en mujer.

La celebración de los quince años en las mujeres, concebido desde este punto de vista, hace parte de una ceremonia para que los padres y abuelos se conecten con un pasado discriminatorio que no promueve que su hija pueda alcanzar logros por ella misma, lo mismo que el equilibrio y la estructuración emocional,  sin la participación de un hombre.

Adicional a este mensaje discriminatorio, este tipo de festejos incentiva la apreciación cultural acerca que el principal propósito de vida de la mujer es convertirse en madre, nublando sus otros deseos, o por lo menos, determinándolos a su plan de maternidad.

Determinación que puede, entre otras cosas, incentivar las elecciones disfuncionales de pareja solo para conseguir este objetivo, u originar una inmensa crisis con consecuencias depresivas, en caso de que exista imposibilidades biológicas para conseguir un embarazo.

Los efectos nocivos de la conmemoración por cumplir los quince años en las adolescentes, se podrían evitar si se transforma en un ritual de iniciación a los 18 años, dándose a esta edad puesto que se termina la adolescencia, empezando el periodo de la adultez.

Ritual de iniciación que puede ser un festejo, actividad o proyecto de la elección del hijo –Una acción ideal podría relacionarse con un proyecto productivo- en que el adolescente, y posterior adulto, requiera ejecutar pasos en su preparación, en la cual se encaminan los esfuerzos hacia el logro de un objetivo que se puede o no cumplir.

En las actividades de preparación, existen competencias, vínculos homosexuales o heterosexuales sin objetivo sexual, en que se erotiza la relación con el otro para conseguir algo. De tal manera, el evento, la actividad o proyecto planeado por su hija para hacer la transición entre adolescencia y adultez, estaría enmarcado bajo el esfuerzo y el deseo de la descendiente, y no el de sus padres, como pasa actualmente con las celebraciones de los quince años.

Dicha dedicación necesita estar supervisada y orientada por los adultos. Ayuda que debe dar la impresión de ser la menor posible, permitiendo que su hijo ejecute, con alto esmero y cuidado, esta actividad elegida por él, para su transición a la edad adulta.

En este proceso, los padres retroalimentaran continuamente este empoderamiento, corrigiendo algunas cosas, guiando otras, para fortalecer las herramientas de su hijo, aumentar su nivel de independencia, a la vez que dan confianza para la toma de decisiones

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