Elemento emocional de las reacciones alérgicas.

La reacción alérgica, según Marta Ferrer –Directora del departamento de Alergología e inmunología clínica de la clínica de la Universidad de Navarra-, consiste en la percepción de nuestro organismo como nocivo de una sustancia que no lo es, dando una respuesta inmunológica exagerada que se manifiesta en diversos órganos del cuerpo.

La actuación del sistema inmunológico con demasiada intensidad, significa que este se encuentra en constante alerta. Actuar permanentemente a la defensiva puede darse al concebir el medio ambiente como inadecuado y generador de peligro para el organismo.

Intensificar de manera subjetiva la magnitud de los peligros ambientales y protegerse ante alguna característica pequeña del entorno, como si fuera algo amenazante, es una manera de respuesta, de acuerdo a las inferencias de investigaciones médicas, desarrolladas en los primeros años de vida, debido a la desmesurada limpieza de la madre en los sitios en los cuales interactuaba con su hijo, y a su negativa para que el pequeño tuviera contacto con animales o diversos tipos de plantas.

Así como la madre incentiva que el sistema inmunológico de su hijo se desarrolle disfuncionalmente, es posible realizar una inferencia sobre la alta probabilidad que esta misma madre también estimule que las herramientas emocionales no tengan la intensidad adecuada para enfrentar situaciones que pueden desequilibrar a su descendiente en su parte psicológica.

De esta forma, se puede concluir que la madre ha dado pautas a su hijo para temerle al medio ambiente –visualizando riesgos donde no existen- interfiriendo en la formación de vínculos afectivos sanos, tanto en la parte física como en la parte emocional.

Los procesos alérgicos en aquellas personas que sufren de este tipo de reacciones, tienen la potencialidad de intensificarse en las ocasiones en las cuales se producen malestares emocionales y en las ocasiones en que el individuo se encuentra sujeto a una presión que no puede manejar.

En un porcentaje significativo de veces, esta forma insana de comportarse –las respuestas alérgicas y la relación directamente proporcional entre estas y el nivel de estrés o de malestares psicológicos-, se repiten a través de generaciones, denotando una poca capacidad para tramitar proactivamente este fenómeno –el estrés o malestares psicológicos-.

La tramitación saludable se debe llevar a cabo desde el momento en que los padres tienen el conocimiento del embarazo, puesto que desde este instante, ellos o por lo menos la madre, deben entender que su hijo no es propio sino de una cultura, y que por lo tanto, requiere crearle condiciones para su sano crecimiento, pero también crear condiciones para que se logre desarrollar por sí mismo en su parte física, cognitiva, emocional, adaptativa y lenguaje.

Teniendo esto claro, cuando el hijo nazca, la madre podrá satisfacer todos los deseos de su hijo durante los tres primeros meses de vida y con los máximos cuidados de limpieza, pero paulatinamente disminuirá estos cuidados, permitiendo que se enfrente individualmente a gérmenes, virus y aquellos que esta enmarcado por un bajo peligro biológico, incluido la socialización con animales.

Por el lado emocional, la madre estimula la creación de herramientas funcionales para enfrentar las situaciones nuevas, especialmente las amenazantes, con una contención sana de afectos, la dinámica de ausencia-presencia, la introducción del padre para cortar la relación fusional con la madre, los juegos simbólicos, el seguimiento de las actividades académicas y extracurriculares…

Acciones que permitirán que el hijo tenga apertura hacia la introspección y hacia lo emocional, lo cual provoca que enfrente este tipo de situaciones en ese nivel –emocional- y no requiera dar una respuesta desadaptativa como lo es la tramitación de esta energía  a través de la sobre exigencia del sistema inmunológico y la posterior  respuesta alérgica. 

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