Elemento valiosos del texto “El malestar en la cultura” I

Fuera de los puntos importantes de análisis realizados a la formación y a los objetivos de la cultura por Freud en el libro “El malestar en la cultura”, él también ofrece interpretaciones que se deben tener en cuenta sobre los efectos que la cultura tiene sobre el individuo.

Comenzando su argumentación, Freud señala que cuando el bebe acaba de nacer, él se siente un todo con el mundo, algo que implica que no existe diferenciación. Este fenómeno cambia con el crecimiento del pequeño puesto que él se da cuenta que es una persona independiente con sus propias sensaciones de hambre, dolor y en general todas las sensaciones de displacer que se puedan tener –estas sensaciones displacenteras se producen por las alarmas de nuestro cuerpo y por la relación con los otros-

Sensaciones de displacer que se catalogan de esa forma porque producen actividad en el  psiquismo, las cuales se intentan satisfacer para suprimirlas y dejar el sistema en quietud –estado de placer absoluto-. El autor plantea que estas satisfacciones y sus memorias son dejadas por el bebe dentro de sí, mientras que las  las sensaciones que producen displacer, las deja afuera de su cuerpo.

De esta forma, el infante pequeño aprende a diferenciar el yo del no yo. El yo interno es placentero y hedónico mientras que el yo externo es displacentero, ajeno y amenazante. Esta diferenciación permite  al niño introducirlo al principio de realidad y disminuir esa concepción totalitaria con el mundo.

El sentimiento de totalidad con el mundo nunca se acaba por completo, y el pequeño desea volver a él en situaciones en que se siente desamparado, específicamente por la ausencia de sus padres- Igualmente, el adulto también hace una regresión a este sentimiento oceánico en las situaciones de enamoramiento, en las cuales no existe diferenciación entre los miembros de la pareja, o en las vivencias religiosas, en las cuales la persona desconoce que es un ser independiente y se siente unido tanto a su comunidad como a su dios, sin ningún tipo de diferenciación.

En este texto, Freud también se refiere a la agresividad innata del ser humano y a la parte del aparato mental encargada de controlar la normatividad interna, algo que el autor deposita en una estructura particular llamada super yo, la cual no tiene una ubicación específica dentro del aparato sino que es el encargado de dar normatividad y provocar el sentimiento de culpa.

Sobre el sentimiento de culpa, Freud señala que se originó desde afuera, algo que se puede comprobar porque esta culpa se da ante cosas que producen placer y que no son necesariamente malas desde el punto de vista ético. El sentimiento de culpa ocurre por el miedo a perder el objeto de amor, y que este lo desprecie, no lo quiera o lo trate con indiferencia.

El autor relaciona la agresividad innata del ser humano con el super yo, diciendo que esta agresividad no se manifiesta hacia el exterior porque se dirige hacia el super yo. De este modo, el super yo produce angustias y es el encargado de culpabilizar al ser humano cuando las cosas están presentando desgracias, algo que origina acciones de mas privaciones

El sentimiento de culpa se da por miedo a la autoridad externa –obliga a no hacer actos contra la ley o para satisfacer los deseos-  y temor al super yo interno –obliga a no hacer actos contra la ley o no permite ejecutar actos para satisfacer  los propio deseos, o incluso desear esos actos-.

Una de las hipótesis de Freud sobre la formación del super yo es que esta funcionalidad tiene su componente innato, el cual se desarrolló por la huella dejada por la vivencia de los antepasados cuando los hermanos mataron al padre para quedarse con la madre antes de la época del totemismo.

Los hermanos no se quedaron con la madre pero divinizaron al padre por ese asesinato,  lo convirtieron en tótem y crearon las tres leyes del totemismo: No matar al tótem, no matarse entre los miembros del mismo tótem y no tener relaciones sexuales con las mujeres del mismo tótem.

El tótem significa una identificación con el padre pero también es una muestra del odio hacia él. En este sentido, el tótem tiene una connotación parecida al super yo, puesto  la normatividad del individuo esta dada por una ambivalencia hacia el padre –amor y odio-.

Esa explicación asociada a la especie en la formación del super yo, se complementa con la exposición del desarrollo del niño. Esta dice que cuando el padre o algún otro, interfiere la satisfacción erótica del niño con la madre, el niño siente molestia y agresividad al padre, la cual debe ser contenida en el super yo del infante

Freud infiere que el objetivo de la vida es evitar el dolor o displacer y conseguir el placer –conseguir el placer es la felicidad-. Sin embargo, este super yo tan agresivo, no permite que se obtenga el placer sin límites, por lo cual el ser humano se debe adecuar al principio de realidad, exceptuando los estados de locura extrema o los estados en que el organismo.

La felicidad es definida como la satisfacción de necesidades acumuladas que han alcanzado elevada tensión. La felicidad se busca constantemente pero nunca se alcanza, algo que el neurótico tiene consciencia por lo cual se motiva a obtener satisfacciones sustitutivas y no a la felicidad como tal

Este es un escrito que tiene dos propósitos fundamentales: El primero de ellos es formar en diversos componentes que permitirán profundizar en conceptos y variadas realidades psicológicas, así como mejorar la salud mental del individuo y del grupo familiar. El segundo objetivo es promocionar mi consulta clínica de forma virtual y presencial, ambas se pueden solicitar al celular 320 6919221

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