
Este escrito es un pequeño análisis de los elementos valiosos del texto “Realidad y juego” de Donald Winnicott. Para mí, este escrito del año 1971, es importante porque plantea como parte fundamental del desarrollo del niño, la significación de un objeto o de un fenómeno, denominado transicional, que se pueda utilizar para que el pequeño “reemplace” momentáneamente a la madre, disminuyendo su angustia cuando ella no esta, y pueda ligar su atención en la exploración del medio ambiente.
La recopilación de este texto, se realizará en dos escritos. En el presente escrito, se dará la definición de objeto y fenómeno transicional, de acuerdo a las conceptualizaciones de Winnicott. En el siguiente escrito, se explicará la forma en que el objeto o fenómeno transicional, adquiere su connotación.
Winnicott señala que el objeto transicional es una cosa que se utiliza para realizar una transición sin traumatismos entre el no-yo –sujeto que siente tener un vínculo fusional con la madre- y el yo –sujeto que se siente con lugar propio en el mundo-. Este objeto es el punto intermedio entre la presencia y la perdida.
El objeto o el fenómeno transicional representa a la madre –es un simbolismo, aunque no muy desarrollado-, por lo cual el niño pequeño es capaz de distinguir entre el afuera y el adentro, la fantasías y los hechos. El objeto transicional es una posesión, pero el bebé no significa que este objeto haga parte de su exterior –no se puede dominar mágicamente como el objeto interno, pero tampoco esta en un dominio externo.
Los primeros objetos transicionales son los corporales –el puño, los dedos, los pulgares- objetos transicionales en la medida que estimulan la boca –primera zona erógena del niño- tal como lo hace el seno, cumpliendo una función similar desde el punto de vista de la estimulación.
Después de estos primeros objetos transicionales corporales, aparecen los objetos externos a las partes corporales del bebé –manta, osito-, lo cuales toman esta significancia porque también se llevan a la boca y reemplazan el seno materno. Además de estos objetos transicionales, Winnicott define fenómenos transicionales como aquellos actos que permiten recordar el seno, y por ende, la madre –cantar canciones antes de dormirse, el parloteo del bebé…-. Los objetos y los fenómenos transicionales son una defensa para la ansiedad del niño pequeño ante la ausencia de la madre.
El objeto o el fenómeno transicional puede denominarse con el nombre que el niño le dio la primera vez, o sea cuando estaba comenzando a hablar, algo que es reforzado por los adultos –ej si el objeto transicional es un osito de peluche, el niño lo puede nombrar como toto por su incapacidad de pronunciar correctamente los fonemas. Sin embargo, este nombre de toto se conserva aun cuando el aparato fonatorio se haya desarrollado completamente-.
El objeto o fenómeno es algo amado y también puede ser mutilado con excitación, por lo cual el sujeto lo significa como algo especial. Estos se olvidan con el tiempo puesto que se vuelven difusos pero no se reprimen. El objeto o fenómeno transicional puede ser convertido en actividad artística, juego, sentimientos religiosos, adicción a las drogas, rituales obsesivos..
Winnicott habla del fantaseo, algo que quita energía. En el fantaseo, la realidad se disocia –La vida real llena de frustraciones que no pueden tolerar, se modifican por una existencia asociada a los cumplimientos del deseo, sin obstáculos- y no se reprime como en los sueños. La fantasía se empieza a usar desde la niñez como medio de huida de una realidad desagradable.
El fantaseo actúa como un fenómeno transicional en la medida en que es un punto intermedio entre su subjetividad y la objetividad –existe un reconocimiento de la realidad objetiva y una interiorización de la ley, pero esta es tan frustrante que el individuo crea una realidad interna que no le causa malestar-. El fantaseo obstaculiza la acción y la vida en el mundo real o exterior, y también obstaculiza el soñar y la realidad interna. El fantaseo no es constructivo y no tiene un valor simbólico mientras el sueño sí.
La destrucción de las creaciones subjetivas –en este caso el objeto transicional-, es un paso fundamental para que el bebé adquiera la percepción de realidad. Después de esa fantasía de destrucción, si ese objeto sobrevive, se produce el amor