Embarazos no planeados y no deseados.

Una escasa cantidad de embarazos se produce bajo la premisa ideal de ser planeados y deseados. En esta realidad, los dos padres tienen la disposición emocional y preparación para recibir un nuevo miembro de la familia en un tiempo presente, por lo cual se encuentran listos para encaminar sus esfuerzos en el bienestar tanto del hijo como del grupo familiar total.

En una cantidad considerable de casos de embarazos, no existe la planeación pero existe un deseo latente que se puede manifestar en el momento en que los padres se dan cuenta del embarazo o en el momento que nace el hijo, concibiendo el pequeño como parte esencial de su dinámica personal y/o de pareja, lo cual permite la construcción de un futuro teniendo en cuenta ese nuevo ser.

En otra cantidad significativa de embarazos, los padres no tienen la planeación de este evento –embarazo “sorpresa”- y tampoco tienen ningún tipo de deseo hacia la posibilidad de engendrar. Aunque se presente esta situación, muchos de estos padres deciden tener este niño y no darlo en adopción, debido a razones más que todo religiosas.

Esta clase de embarazos producen rechazo durante los nueve meses por parte de la madre, y muchas veces por parte del padre también. Rechazo acompañado de emociones negativas, pocos cuidados –no asistencia a los servicios de salud para revisiones, dieta desbalanceada…- y abusos en el cuerpo de la madre –consumo de bebidas alcohólicas, sustancias psicoactivas..-.

Los padres se convierten en personas completamente pasivas para la implementación de comportamientos adecuados en el sano desarrollo de su hijo dentro del vientre de su madre. Ellos no tienen motivación para esforzarse, dejando que los días pasen hasta que el embarazo llegue a su término

Es tanto el rechazo que genera este embarazo, que produce en los padres mucha culpa, por lo cual cuando el bebé nace, este es concebido como alguien a quien se le tienen que otorgar la totalidad de sus deseos. De esta forma, el hijo tiene inconvenientes para interiorizar una normatividad social y adaptarse a lo cultural.

Los padres sienten que al satisfacer todas sus necesidades y deseos, compensarán el repudio que tuvieron ante la noticia de estar embarazados y durante los nueve meses de gestación. Emociones negativas que, en la mayor cantidad de ocasiones, han sido reprimidas después que el hijo ha nacido.

Estas figuras parentales se dedican a proporcionarle a su hijo lo que él pida, tanto material como afectivamente, sin exigirle a cambio alguna clase de aprendizaje emocional, la consecución de logros, el control de sus emociones, comportamientos de autocuidado…

De esta manera, los hijos no planeados y no deseados están sujetos desde su concepción, a un ambiente familiar que no favorece su desarrollo en los diferentes ámbitos –afectivo, cognitivo, lenguaje, físico y adaptativo-, condenándolos a una vida en donde pueden aparecer las acciones de negligencia emocional y maltrato hacia ellos.

Los padres de estos niños, antes de formar una persona con este tipo de condiciones emocionales desfavorables, necesitan comenzar un proceso terapéutico que pueda incentivar la creación de un deseo para ejercer sanamente la paternidad y maternidad, o decidir darlo en adopción a una familia que si tenga el deseo por cuidar y formar ese niño

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