Finalización de los estudios secundarios.

La terminación de la escuela secundaria corresponde en la mayor parte de los  casos a la terminación del periodo de la adolescencia. Comienza el tiempo de ser adulto joven, en el cual el sujeto, tanto en su pensamiento y en su sentir individual como social, se encuentra, definido como adulto, y por ende se encuentra presionado para tomar decisiones responsables, objetivas y tratar de equivocarse lo menos posible.

La presión que siente el adulto joven,  muchas veces es imaginaria puesto que no existe alguna persona real quien lo determine o influencie para la realización de alguna actividad o comportamiento. Esta fuerza es sentida como un movimiento interno, un “deber ser” que lo conduce a determinado direccionamiento de su vida.

Dicha fuerza, externa o interna, ejerce un efecto desestabilizador en el adulto joven, algo que se adiciona a los sentimientos de tristeza producidos por la disolución de su grupo del colegio, debido a la escogencia particular que tendrá cada miembro –elección en cuanto a lugar de trabajo, rama del conocimiento que profundizará, institución y desarrollo para los estudios superiores…-

De esta forma, se puede observar como el final de la adolescencia  conlleva tanto unas exigencias culturales y personales al adulto joven, y además se caracteriza por el duelo producido por la separación de su grupo, pudiendo producir, esta interacción, consecuencias asociadas a emociones displacenteras –tristeza, enojo, rabia, desilusión…- o incluso a una depresión como tal, en caso que exista una tristeza superior a seis meses o en caso que este estado desmotive en alto grado al adulto para realización de actividades del diario vivir.

Empero, esta tristeza o en sus estados más radicales depresión, muy pocas veces se logra exteriorizar debido que el adulto joven se encuentra a la expectativa de la nueva realidad y de cómo se puede acomodar a ella. El duelo se reprime pero puede afectar el  estado anímico de la persona.

En estos momentos, el sistema límbico, la corteza pre frontal del nuevo adulto se encuentran en un desarrollo más maduro y las hormonas sexuales bajaron en intensidad,  con respecto a la adolescencia, por lo cual el sujeto aumenta su capacidad de controlar las emociones. Emociones que no se desarmonizan por el accionar del grupo, tal como ocurre en la pubertad, puesto que este colectivo se disolvió. Todas estas razones permiten la posibilidad que la persona pueda contener el duelo y por ende las cinco etapas de su desarrollo.

Aun así, el nuevo adulto joven –estudiante de instituciones superiores, empleado, estudiante y empleado o desempleado- puede presentar estados anímicos de tristeza, ansiedad o desasosiego que no saben explicar, los cuales la cultura, la familia e incluso los mismos adultos jóvenes afectados, no dan importancia pero pueden ser consecuencia del duelo reprimido y no tramitado.

Estos estados anímicos pueden alterar el desarrollo, limitando su productividad, en las diferentes facetas de su vida. También puede modificar la percepción de la vida referente a la que ha tenido la mayor parte del tiempo y sus interacciones tanto con su familia como con sus amigos.

Muchas veces este duelo que no se manifiesta,  se junta con una elección de carrera que no satisfizo las expectativas del adulto joven, generando una crisis a nivel personal, por lo cual es necesario el comienzo de un proceso terapéutico que pueda relacionar estas dos instancias y buscar herramientas emocionales para solucionarlas.

Adicional a dicho proceso, este duelo reprimido se puede disminuir con el apoyo de los padres para que sus hijos puedan expresar sus emociones, tanto positivas como negativas, por medio de palabras y no por medio de actos como consumo de sustancias alucinógenas, comportamientos peligrosos etc.

Tanto el proceso terapéutico como el asesoramiento que ofrecen los padres para que su hijo sea capaz de expresar de manera asertiva sus emociones, también debe originar que él pueda regular sus estados afectivos, aumentar su autoconocimiento, mejorar en el conocimiento de su propio deseo, tomar conciencia de su papel como adulto y crear acciones para recuperarse de la separación de su grupo.

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