La productividad, según Martha Alles –escritora de recursos humanos- es una competencia que se define como la capacidad para fijarse objetivos de alto desempeño y alcanzarlos exitosamente con el tiempo y la calidad requeridos, de tal manera que lo conseguido sea muy valorado, principalmente por él mismo pero también por los otros.
Estos propósitos solo se pueden planear en la relación con un otro, por lo cual es indispensable que el padre o la figura que ocupa ese papel, separe al hijo de la relación muy íntima que tiene con las madre y lo enfoque en una realidad caracterizada por lo objetivo, o sea lo reglamentando y lo logrado a través de un esfuerzo y la consecución de consensos colectivos, incluyendo una subjetividad evaluada desde un otro social
Separación con resultados óptimos en la medida en que la madre coopere en el proceso, ejecutando medidas como destetando a su hijo cuando este tenga doce meses, estimulando la manifestación de fonemas y palabras como forma de reemplazar el pecho perdido y como forma de comunicar deseos, exigiendo y motivando la realización de actividades compartidas entre padre e hijo…
En la medida en que papá, con la colaboración activa de la mamá, haya introducido al menor en un orden social y de lenguaje, los adultos podrán demandar el cumplimiento de normatividades con calidad, y también desarrollarán actividades de diversión y esparcimiento con el menor en que impulsaran su productividad de forma lúdica.
Este tipo de actividades pueden comenzar a realizarlas, entre adultos e hijos, con un rendimiento bajo o medianamente inferior, el cual se intensificara en la medida en que la repitan y en la medida en que exista una retroalimentación lingüística del padre o madre hacia el menor sobre el desempeño, la necesidad de mejoramiento para la próxima vez y la forma de hacerlo.
Al hacer la repetición de la actividad y al adulto ofrecer un mensaje similar de mejoría, esto se convierte en una costumbre entre los dos –el padre y el hijo/a- que es simbolizada por el menor como muy placentera puesto que permite conseguir una conexión emocional con consecuencias positivas en el conocimiento mutuo, la empatía, la solución de conflictos…
De este modo, el niño se da cuenta que entre mayor productividad tenga en sus acciones, mayor enorgullecimiento y atención tendrá de sus figuras parentales, algo fundamental en la primera infancia puesto que el infante se reconoce a través del deseo del otro, en este caso sus adultos responsables.
Después de los seis primeros años, el niño apertura su mirada hacia otro contexto diferente al de su familia, en el cual pone en práctica la interiorización que ha tenido acerca del cumplimiento de determinadas obligaciones con un resultado más que aceptable y el desarrollo de acciones motivadas en que existe el interés constante por superar su rendimiento anterior.
Entre los seis y los doce años, el niño empieza una construcción individual un poco alejada de los padres, en la cual se preocupa por el desarrollo de una alta productividad en comparación con sus pares en el estudio, deporte, arte…, obteniendo de esta forma la creencia que el grupo tiene una valoración significativa sobre él.
Dichas actividades corresponden a la motivación de los hijos pero requieren ser acompañadas y apoyadas por sus progenitores, quienes serán su sostén emocional en el momento en que el menor se desmotive por alguna pérdida en competencia o por no obtener el resultado esperado.
En caso que la productividad no sea como el niño la ha fantaseado, él puede sufrir una decepción que él adulto podrá direccionar en su recuperación en la medida que simultáneamente con la formación de esta competencia, también se haya formado la tolerancia a la frustración
Adicional de los esfuerzos que los padres ejecuten para la formación de estas dos competencias en sus hijos, la productividad y la tolerancia a la frustración se crea a partir del modelamiento positivo de los padres. En efectos, los niños se identifican y adoptan para sí mismos, las respuestas que observan de papa y mama respecto de las diferentes maneras de ser productivos y reaccionar ante las frustraciones que puedan tener en su relación de laboral, familiar, social o de pareja.