
Una gran cantidad de parejas se forman sin la oportunidad de que sus dos miembros hayan realizado un conocimiento previo de la otra persona. Ellos fundamentan el enamoramiento y su nuevo vínculo afectivo solamente en la percepción del otro por sus rasgos positivos y no de manera integral.
No tener herramientas emocionales o presentar dificultades para visualizar al otro como una totalidad puede ser producto de la escasa inteligencia emocional asociado con un interiorización inadecuada del objeto amado, algo cuyo origen es la primera infancia, especialmente en aspectos referidos al primer amor, o sea aquel que se produce entre madre e hijo.
En el lazo afectivo con su madre, el pequeño no tenía claro la bondad de ella, puesto que percibía que el adulto no tenía los suficientes comportamientos continentes y abrasivos con su descendiente como para ser sentida por él con un nivel alto de generosidad.
Dicha poca claridad producía que su sentir positivo y su sentir negativo acerca de su figura materna tuvieran poca diferenciación. Mama “buena” y mama “mala” tienen mucha cercanía, razón por la cual el niño idealiza, demostrando de esta forma, un deseo que exista una madre “buena” estructurada que su hijo pueda amar.
Al idealizar a su madre, esta acción impide que el niño la signifique con algunos aspectos negativos, no pudiendo hacer una integración del objeto amado. Desde aquí, comienza la imposibilidad del sujeto por concebir a las personas de manera global –rasgos positivos y negativos-, y la nula capacidad para unir sanamente esas interpretaciones.
Así como este niño idealiza su primer objeto de amor, también lo realizará, posteriormente, con sus parejas, por lo cual solamente importa sus aspectos positivos, desdeñando sus aspectos negativos, aunque estos sean tan fuertes como aquellos acompañados con acciones que denotan una falta de estructura y equilibrio emocional –maltrato, drogadicción, ludopatía, infidelidad, depresión…-.
La forma de establecer vínculos afectivos con la pareja mediante la idealización, puede asociarse con el interés por tener un demasiado altruismo hacia su compañero sentimental, lo cual se puede confundir con narcisismo, ligado al interés por transformar aquellas conductas que la sociedad y esta misma persona valora como insanas –infidelidad, depresión, drogadicción, inestabilidad emocional..-.
Demasiado altruismo que también tiene su origen en el lazo disfuncional del hijo con su madre en la primera infancia. En este caso, la figura materna es concebida como “nociva” por el niño pequeño, lo cual puede darse por diversas cuestiones, entre ellas baja atención de necesidades físicas y emocionales, maltrato, negligencia emocional..
Al sentirla como negativa, el descendiente tiene muchos odios e impulsos destructores hacia el adulto, causando con esto culpa. Culpa que lo atormenta y que para disminuir debe implementar diversas conductas hacia su figura materna, y por generalidad, a su medio ambiente.
Cierta clase de acciones para deshacerse del sentimiento de culpa se encaminan hacia la exageración del altruismo. Este individuo crea una realidad ligada únicamente al servicio a los demás olvidándose por completo de sí mismo, queriendo, de esta forma, olvidar su deseo de destrucción hacia su propia madre.
Las personas demasiado altruistas con su pareja son aquellas que quieren ser definidos como los “salvadores”, aunque su compañero sentimental no se los haya pedido y aunque se comporte de una manera destructiva tanto consigo mismo como con la familia –pareja e hijos en caso que existan-.
Como conclusión, las personas que tienen una relación de pareja con alguien desestructurado y desequilibrado emocionalmente, mediante esta acción quieren remediar el vínculo afectivo insano que han tenido con su madre, más que todo en su periodo de primera infancia.
Deseos de venganza y emociones negativas hacia ella por sentirla poco contenedora emocionalmente, lo mismo que sentirla como destructora. Estas motivaciones se intentan esconder con comportamientos completamente opuestos, ósea con idealización y altruismo extremo –tanto así que descuida su propio ser-.
Una persona que tenga este tipo de elecciones de pareja, necesita acudir a un proceso psicológico que permita, entre otras cosas, la posibilidad de integrar las significaciones positivas y negativas de su madre, mejorando el nivel de las positivas mediante un lazo funcional con el terapeuta, y con esto no tener la necesidad de caracterizar sus interacciones y/o lazos afectivos con otros utilizando un altruismo tan desbordado que se olvide de su mismidad.