Hijos que no han interiorizado la autoridad de los padres.

Más que todo en la etapa de la adolescencia, en la cual existen la integración de las transformaciones neurobiológicas, psicológicas y sociales sobre la conducta –explicadas en escritos pasados-, el sujeto púber es reacio a la normatividad de los padres en caso que haya interiorizado la norma, o es agresivo, desafiante e incumplidor cuando dicho proceso de adquisición de la normatividad –capacidad para posponer el deseo inmediato y poderlo cambiar hacia actividades socialmente aceptadas- no se ha llevado a cabo de manera funcional o completa.

Las figuras parentales que tienen un conocimiento moderado o grande de su hijo y que tienen la capacidad crítica acerca del proceso formativo que han implementado sobre él menor, pueden analizar si el adolescente necesita un reforzamiento de esta parte o se concibe como una persona que acepta tener ciertas limitaciones  y prohibiciones para interactuar e integrarse sanamente con otros.

En las edades de pre adolescencia y adolescencia, la normatividad se debe reforzar con las prohibiciones a los permisos y actividades que les gusta, complementándose con sanciones que impliquen disminución de los beneficios o las facilidades económicas que tienen.

Disminución de beneficios durante algún tiempo acordado y respetado por los dos padres, algo que no se puede cambiar con el transcurrir de los días, y algo que debe llevar consigo la realización y la implementación de planes de mejoramiento para la no presentación nuevamente de comportamientos agresivos o desequilibrado emocionalmente, lo mismo que de acciones asociadas con desobediencia o no seguimiento de reglas, tanto en el hogar como en los distintos ambientes de los cuales haga parte –institución educativa, grupos deportivos o culturales…-.

La cancelación o disminución de beneficios a nivel económico puede generar, en la mentalidad del adolescente, resultados positivos, los cuales podrían acelerar un poco el proceso de adquisición de la norma, puesto que en esta edad, la máxima motivación es la participación y la aceptación en grupos determinados, a los cuales solo puede acceder con la tenencia de determinados bienes o la posibilidad de tener algunas comodidades.

En caso que el adolescente pertenezca a un grupo con ciertas exigencias o facilidades monetarias que tienen solo en la medida en que los padres dan esos bienes o esas facilidades, y son despojados de estos por sus figuras parentales, los adolescentes se sentirán excluidos del colectivo, lo cual puede generar frustración con la consecuente transformación de comportamientos.

Sin embargo, este cambio puede ser superficial, razón por la cual los padres darán el mandato, a su hijo, acerca del desarrollo de un proceso terapéutico largo que permita la resignificación de sus figuras parentales, control de impulsos, adquisición de la norma social…

Si no se produce el interés o la voluntad del adolescente, los padres no devolverán los bienes o las facilidades económicas que han quitado a su hijo. De esta manera, el adolescente aprenderá que toda acción tiene sus consecuencias, las cuales solo se pueden solucionar con un manejo asertivo y proactivo de las situaciones.

La mayor parte de las ocasiones, los reforzamientos que se dan a los adolescentes mediante la cancelación de los beneficios, junto a la exigencia por la implementación de un proceso psicológico, cumplen los propósitos inicialmente planeados y también otros objetivos que van surgiendo en el camino.

Aun así, algunos padres tienen bastante grado de permisividad con sus hijos durante la niñez y la adolescencia, ocasionando que ellos lleven a cabo todos sus deseos, sin límites, por lo cual necesitan apelar a la cancelación de beneficios económicos en la adultez para que ellos tengan algunas acciones funcionales y de respeto, especialmente con sus padres, quienes en estos momentos son adultos mayores.

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