Imagen inconsciente del cuerpo de pareja.

Al iniciar un vínculo de dos, muchos de sus miembros tienen una idea clara de su funcionamiento –imagen inconsciente de su cuerpo- como pareja puesto que es algo que han aprendido  debido a la interiorización de sus vivencias anteriores en este tipo de lazo afectivo, mientras otros sujetos, aunque las hayan tenido –experiencias-, han reprimido esas memorias, por lo cual su desempeño o imagen inconsciente de su cuerpo se comporta como un contenido vacío o con muchas lagunas.

Saber su funcionamiento corporal  en lo concerniente a relaciones de pareja, puede ser un significativo y efectivo factor de previsión para darle continuidad a un conocimiento con otra persona con la cual sienta que se puede lograr acuerdos conscientes e inconscientes, lo mismo que para desdeñar aquellas personas sin punto de encuentro con su mismisidad.

Aunque cada sujeto tenga factores previsores -los cuales algunas personas llaman sexto sentido- y que les permite sentir atracción o rechazo con cierto tipo de estructuras de personalidad, el funcionamiento de la pareja se establece solo con la interacción que pueden llevar a cabo entre ellos dos.

Una interacción que reduce su subjetividad y gana en objetividad en los momentos en que finaliza como tal el periodo de enamoramiento absoluto, en los primeros meses de la relación, el cual consiste en que cada cual concibe a la otra persona de acuerdo a lo que quiere visualizar de ella, o sea alguien parecido a sus propios ideales.

Cuando el sujeto interpreta al otro desde un punto de integralidad entre fortalezas y debilidades, lo mismo que de otros extremos, y no desde la parcialidad, o sea los puntos buenos que se asemejan a sus ideales, desde este día, el colectivo tiene la capacidad de profundizar en su funcionamiento.

Momento en el cual los dos miembros pueden dedicarse a construir un funcionamiento sano del colectivo, asociado con innumerables espacios de dialogo entre ellos, en los cuales se conozcan aspectos manifiestos o latentes de sí mismos, su historia y sus expectativas, y también se dialoguen aspectos de la pluralidad, permitiendo la generación de acuerdos y planes tanto de crecimiento como de mejoramiento.

En la medida en que la pareja, durante y después del enamoramiento, haya compartido actividades caracterizadas por un alto nivel de dialogo, apertura emocional y representaciones cargadas de positividad –desvirtuando el engaño y la imposición de máscaras-, ellos tendrán bases sólidas para la construcción de afectos funcionales.

Estos afectos estimulan representaciones individuales y colectivas en las cuales existe un sitio para un deseo compartido. Deseo que permita los progresos pero que no tenga tanta magnitud como para obnubilar los limitantes, puesto que en este caso, la pareja podría adquirir una esencia patológica.

Si las acciones, que son el resultado del procesamiento de información –emociones, sentimientos y pensamientos- de cada miembro en lo concerniente a su interacción con el otro, son solamente ejecutadas sin acompañamiento del discurso, estas vivencias al igual que la emocionalidad generada a partir de ellas, se guardaran en un lugar latente o reprimido de la pareja, quedando en la animalidad, no proporcionándole al vínculo afectivo una humanización.

Quitarle a estos recuerdos y a su componente emocional, la posibilidad de convertirlos en humanos por medio del lenguaje, puede provocar que el funcionamiento colectivo no sea el adecuado, lo cual se manifestaría en disfuncionalidades de cada uno y/o de los dos, o ausencia de condiciones de bienestar.

La pareja exterioriza  patologías que se comenzaron a originar desde el momento en que los dos miembros decidieron convertirse en lo que son o en lo que pretenden ser –pareja-, fenómeno ocasionado debido a su elección por dejar sus experiencias y emociones en el sitio de lo reprimido, no valorándolas a través de una comunicación verbal.

Por el contrario, si existe una edificación saludable de la imagen inconsciente de pareja, algo que únicamente es posible al humanizarla o sea otorgarle sustento lingüístico a la mayor parte de vivencias y emociones, su funcionalidad tendrá mayores capacidades para ser fuerte y resistente ante las distintas crisis que pueda tener cada individuo o las crisis ocasionadas en el colectivo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *