Imagen inconsciente del cuerpo de pareja construida desde lo patológico.

Una cantidad considerable de individuos han construido la imagen inconsciente de su cuerpo, o sea su funcionamiento corporal, con un sinnúmero de fallas y limitantes, los cuales no solo tienen consecuencias en la manera negativa como se visualizan a sí mismo, sino también en la forma nociva de significar la realidad.

Por esta razón, los sujetos que se conciben a sí mismos como demasiado carentes, también reflejan esto en sus comportamientos y en sus elecciones de pareja. De tal manera, ellos se terminan enlazando emocionalmente con otra persona que también sea patológica y se defina desde ese lugar.

Los dos miembros del colectivo se significan como sujetos con variadas e intensas fallas o limitantes que neutralizan la presencia de deseos y el direccionamiento tanto de la forma de procesar la información –emociones, sentimientos y pensamientos- como de los comportamientos para el cumplimiento de estos, algo que origina que sujetos con estas características se atraigan entre ellos, lo mismo que cada uno se identifique con el otro, y por ende, establezca un vínculo afectivo desde lo escasamente saludable.

Dichas fallas se interiorizaron en el vínculo disfuncional del que fue partícipe el sujeto, más que todo en su primera infancia, con sus padres. Participación que ocurrió debido  que presencio interacciones, entre sus adultos más representativos, cargadas de descontrol emocional o que recibió de ellos tratos inadecuados.

Siendo protagonista de esta clase de intercambio comunicacional en un momento en que el niño no tenía capacidades intelectuales para reconocer lo correcto de lo incorrecto, el pequeño adquirió y apropió esta forma de pensar, sentir y actuar, interpretándola como placentera, pretendiendo por tanto, repetirla en sus relaciones posteriores.

La imagen inconsciente del cuerpo, o sea la representación de las asociaciones entre la corporalidad y las emociones a través del discurso con el otro, se fundamenta en los limitantes que tiene y que encuentran punto de conexión con las barreras que tenga el otro debido a su suficiente motivación para repetir vivencias, de desarrollar un lazo afectivo con ese otro.

Teniendo como base esta explicación, se puede observar  ejemplos asociados con mujeres cuyos padres fueron infieles, agresivos o alcohólicos, las cuales consiguen parejas con este tipo de características. Incluso, muchas de ellas al terminar esta relación, vuelven a iniciar otro vínculo afectivo con personas muy similares.

Por el lado del hombre, él se ha identifico con un padre desequilibrado emocionalmente producto de unos limitantes que no ha sabido manejar y necesita ejecutar estas conductas patológicas –agresividad, alcoholismo, infidelidad…-, con alguien que también obtenga satisfacciones emocionales con lo nocivo, y por ende, sea pasiva cuando su pareja desarrolla estos actos.

La pareja se estructura desde lo perjudicial, tanto así que una parte de cada miembro desea abandonar esta dinámica pero tiene dificultad para hacerlo. Dicha dificultad se asocia con la fijación inconsciente con los recuerdos que tienen tanta fuerza como para ser significados patológicos.

La fijación con estas vivencias negativas junto al deseo de olvidarlas por completo provoca un conflicto dentro del sujeto. Por un lado se encuentra el deseo de no olvidar,  con el objetivo de manejar, individualmente, mediante la repetición, este evento, restándole carga afectiva, y por el otro lado se encuentra la motivación por no volver a tener recuerdos de esa vivencia caótica.

Puntos extremos que, al no integrarse, tienen efectos negativos, los cuales se pueden reducir en el momento en que exista un proceso terapéutico que encamine a este individuo en la manifestación, y por ende, el conocimiento de estas dos realidades, con el objetivo de una posterior unión.

En caso que el sujeto no tenga la posibilidad de conocer su latencia que es capaz de determinar sus acciones, y no pueda formar una verdad completa acerca de su mismisidad, él no podrá deshacer su fijación con el evento traumático y no podrá tener unas interacciones funcionales, incluidas las de pareja.

Así, cuando no existen procesos terapéuticos de por medio o cuando el sujeto no tiene una experiencia de tan alta intensidad que modifique la significancia de estas memorias caóticas, se puede concluir que la persona ejecuta sus interacciones en forma circular, reviviendo una y otras vez las peculiaridades vividas con los eventos traumáticos de su primera infancia, los cuales fueron esenciales en la construcción de la imagen inconsciente del cuerpo, ligada a demasiados obstáculos que han minimizado sus deseos hasta tal punto que estos existen con poca fuerza.

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