El comienzo de la adultez joven, o sea a los 18 años, coincide, en la mayor parte de las ocasiones, con la finalización de la educación secundaria. Desde este punto, el desarrollo psicológico comienza a aumentar sus diferencias de acuerdo a las capacidades económicas de la familia nuclear y/o familia extensa del adulto joven.
En cuanto a los adultos jóvenes cuyas familias gozan de sustento económico, la mayor parte de ellos, empiezan la realización de estudios universitarios con elecciones, las cuales, en algunas situaciones, son cambiadas por otras puesto que los sujetos de estas edades no tienen un conocimiento adecuado de su deseo.
Para estos adultos jóvenes, la única responsabilidad es con su estudio. Formación que ha disminuido su intensidad en comparación con aquella generada en tiempos pasados debido que los estudios superiores cada vez tienen mayor especificidad, y debido que los centros universitarios están estimulando en el estudiante una formación integral y no solo académica.
El estudiante tiene la facilidad para dedicar cierto tiempo para sí mismo, el cual, en una cantidad significativa de casos, no es aprovechado por él en el estudio o en otras oportunidades que les ofrecen las instituciones educativas –deporte, conferencias de diverso tipo..-.
Este poco aprovechamiento del tiempo y de las posibilidades para su crecimiento personal, permite inferir que este adulto joven se ha quedado en la adolescencia puesto que no posee y/o no esta exteriorizando competencias vinculadas a la responsabilidad consigo mismo –adquisición de conocimientos, formación de competencias, exploración de motivaciones, desarrollo de actividades competitivas y habilidades físicas, sociales, proyección hacia el futuro…-.
La escasa utilización productiva de estos momentos de ocio, además de estar influenciada por la clase social, también lo esta por los vínculos afectivos disfuncionales que el sujeto ha tenido con sus padres, de tal manera que el hijo no ha interiorizado que es un adulto y que tiene que esforzarse para tener la mayor cantidad de herramientas que le permita separarse eficazmente de ellos –sus padres-, conseguir un trabajo que llene sus expectativas y direccionar su proyecto de vida.
El adulto joven tampoco ha reconocido la importancia de profundizar en sus motivaciones, en su mismisidad en adquirir mayor cantidad de habilidades para afrontar equilibradamente un futuro incierto que exige un alto esfuerzo, capacidad para interactuar con otros y capacidad para desarrollar programas propios.
Por el otro lado, se encuentran aquellos adultos jóvenes que su familia no tiene recursos para pagarle una universidad privada, y que tampoco pudieron o no tuvieron interés para acceder a una universidad pública, razón por la cual comienzan a laborar después de graduarse de la educación secundaria.
En este caso, el adulto joven asume obligaciones monetarias con él mismo y con su familia, pero no adquiere responsabilidades con su desarrollo emocional y con sus aspectos formativos. El no siente la importancia de estos procesos, por lo cual siente la necesidad de independizarse, formar una familia e iniciar su proceso de maternidad y paternidad.
Estos adultos jóvenes repiten las actuaciones de sus padres a su edad a pesar de no saber las razones por las cuales lo hacen. Ellos no tienen motivaciones que vayan más allá de trabajar para sobrevivir y de cumplir con un supuesto “debería ser” dado por su estrato socio-económico. Falta de motivaciones que se pueden ligar a vínculos afectivos disfncionales con sus padres
En el lado intermedio de los dos extremos están los adultos jóvenes que trabajan y estudian simultáneamente. Estos individuos pueden tener algún tipo de apoyo financiero de familia o tienen la fortaleza y las suficientes motivaciones como para trabajar en el día y realizar estudios técnicos, tecnológicos y/o profesionales en la noche, pagados con su propia dedicación.
A pesar de este gran deseo de superación, estos adultos jóvenes pueden tener dificultades para ofrecer integridad a su desarrollo académico puesto que no hay tiempo para actividades como el desarrollo de competencias blandas, exploración de sí mismo..
De esta forma, se puede observar como las distintas realidades de los adultos jóvenes no generan la posibilidad para que ellos tengan una madurez emocional, entendida esta desde la integralidad y desde su capacidad de introspección. Imposibilidad atravesada por modos de pensar específicos de los estratos socio-económicos, y por vínculos afectivos disfuncionales entre los adultos jóvenes y sus padres a través del tiempo.