La identidad social se adquiere por la valoración positiva de los grupos en que el sujeto es miembro sobre los otros grupos, y también se adquiere por la percepción que deja el rendimiento individual en los grupos en que el individuo haga parte o en las distintas actividades que realice –trabajo, estudio, arte, deportes…-.
Dicho identidad comienza a formarse a partir de los 18 años, pero se complejiza más cuando el individuo se encuentra entre los 25 y 40 años. En este lapso de tiempo, se produce una definición casi que total de su personalidad, de acuerdo a su quehacer laboral, lo mismo que a la empresa, gremios, equipos y/o sindicatos a los cuales pertenece.
Es tanto el afán de lograr el reconocimiento del colectivo que los sujetos no comunican si tienen malestares físicos, y mucho menos emocionales, prefiriendo arriesgar su salud. Adicionalmente, estos individuos piensan que si exteriorizan que no se sienten en condiciones óptimas de salud, serán aislados del grupo y no volverán a tener otra oportunidad para pertenecer al colectivo.
Esta situación es estimulada por algunas empresas y estudios universitarios, los cuales inducen a los sujetos a sobre esforzarse para ser parte de un grupo en particular. Sacrificios que no necesariamente implican aprendizaje y crecimiento personal sino la realización de trabajos de tipo operativo.
De esta forma, se abusa del rendimiento del cuerpo y solo se coloca atención a este cuando comunica un alto nivel de disfuncionalidad –fiebre muy alta, dolores corporales con alta intensidad, incapacidad para moverse, pensar o procesar información…-.
En este contexto, el adulto saludable es definido como aquel que no tiene enfermedades, definición diferente a la que otorga la organización mundial de la salud. Esta entidad da importancia al componente proactivo de la salud, significando esta como un estado de completo bienestar físico, mental y social.
El ambiente competitivo en que se desenvuelve el individuo promueve que la salud se conciba de manera distinta a lo determinado por la OMS. Adicionalmente, la persona que no admite sus debilidades o incapacidades momentáneas por querer dar una “buena imagen” ante el grupo y lograr la aceptación del colectivo, pudo haber tenido una historia de vínculos disfuncionales con sus padres, más que todo durante su primera infancia.
Lazos en los cuales el niño no aprendió a confiar en sus figuras parentales, especialmente su madre, debido que ellos no proporcionaron al menor, apegos seguros en sus primeros años de vida. Desconfianza hacia los adultos que también se convierte en temor hacia el mismo.
El adulto entre 25 y 40 años formado en este ambiente de apegos inseguros con sus padres, adquiere una baja auto estima puesto que no siente que siendo él mismo pueda conseguir la atención y el reconocimiento del otro, sino que requiere, para lograr este objetivo, empeñarse tan en demasía en sus labores, no importando si pone en riesgo su integridad física y/o emocional.
Fuera de esta poca auto estima, estos padres no enseñaron a su hijo a explorarse en su mismidad -fortalezas, debilidades, sus motivaciones, emociones y control de ellas…-, de tal forma que él tenga conocimiento del punto hasta donde puede llegar en su trabajo sin arriesgarse a estados de malestar.
Baja auto estima que al combinarse con escasa exploración al sí mismo, puede ocasionar que el adulto ejecute sus actividades mucho más allá de sus limitaciones, no acepte y no desee verbalizar estas –limitaciones-, por lo cual existe una alta probabilidad de contraer un estado de desequilibrio de su salud a nivel integral –física y emocional-.
La realización de los comportamientos sin tener en cuenta los propios límites, muchas veces es una acción no presionada por el ambiente –trabajo, centros educativos, equipos deportivos…- sino por auto exigencias desequilibradas con unas ganancias determinadas.
Ganancias, además de conseguir el reconocimiento del otro que reemplazaría la pequeña apreciación que el sujeto tiene consigo mismo, asociadas a escapar de la posibilidad de pensar sobre su propio ser y tomar decisiones emocionales que afectan su presente y su futuro.
Este es un escrito que tiene dos propósitos fundamentales: El primero de ellos es formar en diversos componentes que permitirán profundizar en conceptos y variadas realidades psicológicas, así como mejorar la salud mental del individuo y del grupo familiar. El segundo objetivo es promocionar mi consulta clínica de forma virtual y presencial, ambas se pueden solicitar al celular 320 6919221