
El lobo feroz en el cuento de hadas de “Caperucita roja” es aquel personaje que tienta constantemente a la protagonista para que ella ejecute acciones diferentes a las ordenadas por su madre, comprobando de esta manera si la pequeña ha interiorizado una normatividad o se deja seducir por aquellos placeres individuales que van en contra del deber ser.
El lobo feroz representa el orden social, que muestra al pequeño ese mundo real, alejado de aquella existencia basada en lo ideal y en la continencia adquirida en su ambiente familiar, especialmente por su figura materna. Continencia que tiene su máxima expresión durante la primera infancia.
La función del orden social dentro del núcleo familiar es implementada por el padre, por lo cual se pude inferir que esta figura es el lobo feroz. Aquel personaje interpretado desde un contexto negativo, un villano o padre “malo” que es el que permite la aparición del leñador o padre “bueno”.
El padre es quien exige y evalúa que su hijo obedezca y se adapte a unos lineamientos de convivencia, castigando o dando reforzamientos negativos en caso de ser necesario, algo que en el cuento es realizado por el lobo quien provoca a Caperucita, instándola a confiar en extraños para dialogar con ellos y dar a conocer información privada, hacer actos que le gusta –detenerse en el camino para disfrutar de la naturaleza..-.
El lobo feroz presenta a Caperucita un mundo muy seductor al cual sucumbe, involucrándose en comportamientos no permitidos, generando de esta forma el desarrollo de la historia como se encuentra escrita. Cada acto del lobo feroz es realizado puesto que la niña le muestra una debilidad determinada, aprovechada por el animal, quien representa una cultura que embauca pero que simultáneamente juzga.
La niña ejecuta conductas que fueron prohibidas por su madre, conllevando la aparición de una serie de sucesos negativos –el lobo devora a su abuelita y a ella- que solo el leñador –padre bueno- puede remediar abriendo la panza del animal y rescatando a las dos en condiciones satisfactorias de salud, acción que equivale a un perdón simbólico a la niña por su osadía al desobedecer.
El comportamiento de Caperucita muestra la ambivalencia que tienen los niños, y posteriormente los adolescentes, acerca que si su existencia será regida por la satisfacción de sus deseos o por una realidad caracterizada por su capacidad para posponer el placer o transformar algo vedado hacia un acto que no tiene esta connotación.
En este cuento de hadas se puede observar como Caperucita tiene tanta atracción por lo prohibido –lobo feroz- puesto que se acuesta con él en la misma cama, compartiendo cierto nivel de intimidad en la medida en que existe un dialogo cercano entre ellos sobre las causas de sus cambios.
Predilección que puede asociarse con aquella que ocurre en la adolescencia puesto que es la época que el sujeto de esta edad se encuentra en la búsqueda de su identidad individual, lo cual implica distanciarse un poco o totalmente de la norma interiorizada en la infancia.
Para algunos, quienes no adquirieron una normatividad adecuada durante su niñez, el límite entre lo permitido y lo prohibido se confunde, cediendo con mayor facilidad ante las demandas del lobo feroz o los varios villanos que crucen por su camino, dejándose manipular por ellos y obteniendo beneficios por esto.
La presencia del lobo feroz en este cuento de hadas conserva un alto contenido simbólico que permite que el pequeño signifique la parte del padre que provoca, prohíbe, juzga y castiga como negativa y creadora de malestar psicológico, y por ende, desarmonía interna.
Dicha significación protege a la definición de padre bondadoso y protector, otorgada al leñador, quien al abrir el estómago del lobo sin matarlo, puede salvar a la abuela y a Caperucita, remediando las consecuencias negativas de la cantidad de actos de la niña, y con ello, perdonándolos.