La castración edípica genital.

La castración edípica genital es la última parte del proceso edípico. Ella consiste en la interiorización del niño respecto de la prohibición al incesto –vínculo sexual entre familiares consanguíneos muy cercanos o que proceden por su nacimiento de un tronco común-.

Es necesario recordar que la sexualidad del niño es ajena a cualquier deseo genital debido que este –deseo genital- se asocia con las hormonas sexuales, cuyo despertar es a partir de los ocho o nueve años. Así, la sexualidad en la primera infancia, se encuentra ligada al placer que produce el contacto físico cercano –abrazos, besos, caricias..-, el cual simula, o por lo menos trata de hacerlo, con el vínculo fusional que tuvieron madre e hijo durante los nueve meses del embarazo.

Esta castración edípica genital permite que el niño comience la etapa de latencia, por lo cual deja de interesarse en conseguir un vínculo fusional con sus padres, especialmente con aquel que ha funcionado como objeto de deseo, alejándose de ellos y teniendo apertura emocional para encontrar satisfacciones sustitutivas en las interacciones consigo mismo,  sus pares y, con objetos y actividades –deporte, conocimiento, arte..-.

En esta época del desarrollo, el infante se concientiza que tiene vedados los placeres sexuales con su familia, por lo cual sus motivaciones hasta el momento, aquello que lo ha sostenido, necesita ser redefinido, movilizándose hacia fuera de la familia.

El niño ha admitido su sometimiento al orden cultural, lo mismo que su fracaso en el intento por conseguir un lazo muy cercano con sus padres, razón suficiente para que interiorice una normatividad social y adquiera el gusto en la realización de juegos con normas –parques, domino, monopolio…-, a diferencia de los juegos de épocas anteriores caracterizados por reglas particulares de cada pequeño.

Juegos reglados en la cual el niño, como en la vida real, es capaz de aceptar su derrota, cuando esta ocurre en la competencia con los otros participantes. De esta manera, el único propósito y el placer por ganar, es sustituido por el esfuerzo, el trabajo y el aprendizaje.

Acceder y completar de manera funcional la castración edípica, significa que el individuo también ha hecho lo mismo con las cuatro castraciones anteriores –umbilical, oral, anal y la genital no edipica-, y por ende, ha reprimido su motivación por ser uno con la madre, sus impulsos canibalisticos, su erotización de los excrementos, al mismo tiempo que ha reconocido la diferencia entre los dos sexos y se ha identificado con su sexo biológico.

Con el proceso de interiorización de la ley finalizado, como producto de la castración edípica genital, se produce en el niño un mejoramiento de la función simbólica puesto que el infante ha entrado en un ordenamiento social que le permite representaciones con mayor riqueza y acercamiento a lo objetivo.

En la medida que se introduce en un orden social, el niño empieza el camino de desarrollo de su identidad, aprendiendo a controlar sus deseos, por lo cual tiene la capacidad para diferenciar entre el pensar y desear con el actuar, contrario a lo que pasaba anteriormente.

En las edades anteriores a la castración edípica genital, el niño no es capaz de distinguir la subjetividad de la objetividad, generando esto consecuencias referidas a la omnipotencia del deseo, o sea que el infante siente y piensa que la totalidad de sus deseos se convierten en realidad.

En el momento que se interioriza la norma, producto de la castración edípica genital, se crea una instancia formal dentro del procesamiento psicológico, encargada de manejar aquellos aspectos asociados con el deber ser en base a leyes grupales y valores, al igual que es una instancia que censura y crítica los comportamientos propios.

Algunas veces la castración edípica genital que los padres han dado a su hijo, se caracteriza por la excesiva laxitud y otras veces por la demasiada dureza, consiguiendo, en ambos casos, unos efectos negativos en la adaptación social –realización de conductas impulsadas por sus deseos agresivos, personas disfuncionalmente sumisas…-, en la elección de pareja –búsqueda de objetos de amor totalmente idénticos a sus padres..-.

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