La depresión en los adultos mayores.

Debido a la vulnerabilidad biológica, psicológica y social de los adultos mayores, acompañado de un sinnúmero de vivencias que pueden interpretarse como amenazantes –enfermedades incapacitantes, muerte de familiares o amigos, jubilación..-,  esta población puede sucumbir fácilmente a la tristeza, la cual se puede convertir en depresión.

La depresión, según el manual de psicopatología, es un estado de ánimo que denota tristeza, melancolía, desanimo, abandono, desamparo etc. Este estado dura al menos dos semanas e incluye síntomas cognitivos –sentimientos de poca valía e indefensión, indecisión, pensamientos recurrentes de muerte- , y funciones físicas alteradas –sueño, alimentación, perdida de energía y cambios abruptos de peso-.

Los síntomas de la depresión provocan malestares significativos o deterioro social, no se dan debido a los efectos fisiológicos de una sustancia –droga, medicamente- o de una enfermedad y son síntomas que no se explican mejor por la presencia de un duelo.

La depresión se caracteriza por el poco o nulo interés y capacidad para experimentar cualquier placer en la vida, incluidas las interacciones con la familia o los amigos, los logros a nivel escolar o laboral –la incapacidad para sentir placer se llama anhedonia-.

Para poder darse cuenta que existe un estado anímico disfuncional al cual se necesita poner atención, él adulto mayor requiere conocer sus emociones, interrogarse constantemente sobre ellas y aceptar que necesita de un tercero –escucha terapéutica- y/o de un manejo farmacológico en caso que exista ideación suicida, incapacidad para dormir, ataques de ansiedad o pánico, perdida de la realidad o, presencia de delirios o alucinaciones.

Al mismo tiempo, los familiares cercanos requieren tener una interacción constante con el adulto mayor, algo que permita determinar estados emocionales y diagnosticar si estos obedecen a algo pasajero y reciente, o corresponden a un estado anímico regular.

El conocimiento que el adulto mayor tenga de sí mismo o que los familiares tengan de su adulto mayor, permitirá responder las siguientes preguntas: ¿El adulto mayor se siente cansado, indefenso, desesperado?. ¿El adulto mayor ha perdido interés en muchas actividades y ocupaciones que solía disfrutar?. ¿El adulto mayor tiene dificultad para trabajar, comer, dormir y funcionar?.¿La desmotivación que tiene se presenta con mucha frecuencia?

Además de estas preguntas, que en caso que su respuesta sea positiva requiere de manera urgente la revisión interdisciplinaria –psicólogo, medico, nutricionista…-el adulto mayor y sus familiares cercanos deben tener en cuenta que la depresión puede afectar los procesos cognitivos –atención, percepción, memoria, análisis..-, intensificando los resultados que se dan por el envejecimiento natural.

En la medida en que él mismo adulto mayor tenga una sana relación consigo mismo o en la medida que los familiares tengan una relación cercana y asertiva con él, podrán visualizar estos síntomas y tomar medidas que impliquen el tratamiento y posterior seguimiento por profesionales de la salud.

El desarrollo de estos procesos generará la transformación de los vínculos afectivos del adulto mayor con su familia y consigo mismo. Vínculos afectivos que tienen algunas características nocivas, y los cuales han posibilitado el establecimiento de síntomas depresivos.

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