La elección de objeto sexual del niño de primera infancia, cobra sentido en la adolescencia.

A los treinta meses, el niño reconoce en el espejo su sí mismo y no se visualiza como alguien extraño, distinguiendo zonas corporales en el otro que son similares o diferentes a las suyas, incluyendo la distinción entre hombres y mujeres, poniendo especial énfasis en la presencia de pene en el sexo masculino y un agujero en el sexo femenino, denominándose este proceso como castración primaria o genital no edípica.

Este reconocimiento de sí mismo no necesariamente esta asociado con la presencia de un espejo real sino con el acompañamiento que hace el padre del mismo sexo del niño para que el pequeño se dé cuenta que biológicamente pertenece a un grupo determinado, lo cual lo inhabilita para ser para ser parte del otro sexo.

Acompañamiento que hace parte de la identificación que el pequeño varón realiza con el padre y la hija con la madre. Sin embargo, si este seguimiento es implementado por el padre del sexo contrario, el hijo podrá adquirir una elección de objeto homosexual puesto que quiere tener el mismo deseo de objeto que posee aquel padre quien ha permitido que el niño se reconozca como poseedor de un sexo biológico.

En esta edad, la orientación sexual primaria no se encuentra asociada con la genitalidad puesto que esta depende del desarrollo de las hormonas sexuales, algo que inicia a los ocho o nueve años para las mujeres y un poco más en los varones. Esta –orientación sexual- se encuentra vinculada con la atracción física –olores, sonidos…- que el niño pueda tener hacia un sexo determinado.

En el momento en que comienza el avance de la sexualidad, el niño pone en un sujeto, externo a él/ella y a su núcleo familiar, aquellas necesidades genitales que antes no existían, dando un significado de mayor amplitud a su orientación sexual, la cual se había definido desde la primera infancia, específicamente alrededor de los treinta meses.

Al sentirse alguien sexual en la pre-adolescencia, o sea con identificación y orientación sexual definida, este individuo es significado con una particularidad que lo diferencia de ser niño. Desde este momento, él se reconoce y es reconocido por un otro como un sujeto deseante hacia un sexo en particular.

Lograr esto –reconocerse y ser reconocido como alguien que desea un cuerpo de determinadas características físicas- puede estar distanciado de la ejecución de una genitalidad, puesto que esta se demora otro tiempo en aparecer,  y más se asocia con el juego de seducción con sus pares e incluso con personas mucho mayores, cuyo objetivo es representar un acto sexual –no genital- y, de esta forma,  manifestar su identidad.

Cuando el adolescente puede exteriorizar su identidad sexual con un sujeto desde la genitalidad, o por lo menos desde el interés por tenerla, esto puede facilitarle el desarrollo del duelo por dejar la niñez, incentivar el desarrollo de proyectos futuros, no como niño sino como un adulto en potencia, por lo cual se apropia de competencias como capacidad de espera, tolerancia a la frustración, ética, orientación a resultados…

Sentirse como sujeto deseante desde lo genital y erótico, permite que el pre-adolescente tenga capacidad crítica respecto de sus primeros modelos identificatorios, de tal manera que pueda desarrollar su propio sello en el enfrentamiento de su realidad.

La principal conclusión de este texto es que la elección de objeto sexual es un suceso que ocurre desde la castración genital no edípicia, o sea a los treinta meses, en infantes que han tenido un acompañamiento de un adulto masculino o femenino en el proceso de diferenciación sexual.

En este momento, el niño exterioriza su atracción por un sexo definido sin que se asocie con una genitalidad que comienza a funcionar en la pre-adolescencia. A pesar de la ausencia por el deseo en los genitales del otro, el pequeño ha hecho una escogencia determinada de objeto sexual.

Escogencia que adquiere otro matiz con el desarrollo de las hormonas sexuales, a partir del periodo de pre-adolescencia, en los cuales se involucra los juegos de seducción con fines genitales y los comportamientos de este tipo hacia sus pares o hacia personas mayores.

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