Los neurotransmisores, según el manual de psicopatología, son sustancias bioquímicas del cerebro que transmite los mensajes de una neurona a otra. Las neuronas sensibles a un tipo de neurotransmisor se agrupan y forman trayectorias de una parte del cerebro a otra.
La oxitocina es un neurotransmisor que tiene influencia en la sociabilidad, la producción de placer –alegría-, reduciendo el estrés y la ansiedad, y ofrece un significativo trabajo en las cuestiones referentes a la maternidad, las cuales se pueden ampliar en las temáticas del cuidado y protección del grupo.
Este neurotransmisor se encuentra directamente relacionado con la definición que la cultura ha dado de amor, produciéndose cuando los individuos crean vínculos afectivos con otros, y en la ejecución de actos como la realización de una acción voluntaria con beneficio hacia los demás, la recepción de un mensaje agradable, el desarrollo de una conversación con alto contenido afectivo…
En las relaciones de pareja, la oxitocina se libera intensamente en la fase de enamoramiento. Tiempo en que los dos miembros están absortos con la presencia de la otra persona o con solo el pensamiento alrededor de ella. Lapso en que la variable tiempo es un espejismo, puesto que los instantes sin el objeto amado se vuelven eternos mientras que los instantes en que están juntos pasan de forma muy acelerada.
El enamoramiento asemeja a una situación en que los dos miembros se quieren fusionar uno del otro, sin separación, tal como ocurrió en el vínculo afectivo del hijo/a con su madre durante el primer año de vida. Vinculo caracterizado por algo totalitario y dependiente el uno del otro, sin distanciamiento.
En este punto, el otro miembro se significa de manera parcial desde su lado bondadoso, lo cual coincide con los ideales del sujeto quien valora, por lo cual se podría inferir que la oxitocina juega un papel importante en esta incompleta e ilusoria valoración del objeto de amor.
Después del periodo de enamoramiento, la oxitocina empieza a caer, medida adaptativa pues permite al sujeto visualizar a su pareja desde una mayor objetividad, y por ende, tomar decisiones más confiables acerca de formalizar el vínculo afectivo y concebir la posibilidad de tener descendencia.
Algunas parejas conservan el enamoramiento durante largo tiempo, y cuando este se acaba, los dos miembros, o por lo menos uno de ellos, no pueden soportar no visualizar a su pareja parcialmente y hacerlo por la integración de sus rasgos positivos y negativos, por lo cual deciden dar fin al vínculo afectivo.
Otros colectivos por el contrario, no tienen un periodo de enamoramiento adecuado para desarrollar significaciones beneficiosas de la otra persona y de los dos como equipo, las cuales sean lo suficientemente sólidas como para contrarrestar el tiempo en que la oxitocina se disminuya en su intensidad, permitiendo así una valoración muy superior de los aspectos positivos respecto de los negativos y la integración de estos dos aspectos –positivos y negativos-.
Para esta segunda argumentación o en caso que si haya existido un proceso de enamoramiento suficiente para formar apegos seguros entre los miembros de la pareja, pero el movimiento cotidiano junto a la solución de inconvenientes no comunes –enfermedad delicada crónica de un miembro de la familia, especialmente los hijos, alianza de la pareja con el objetivo de tener hijos, alianza de la pareja con el objetivo de adaptarse a un nuevo país…-, tenga como efecto la disminución del enamoramiento hasta su mínima expresión, la pareja necesita enfocarse en la implementación de ciertas actividades.
Una de los hábitos cotidianos que los miembros de la pareja puede desarrollar para mantener la oxitocina en un nivel saludable, se encuentra relacionado con la introspección cotidiana, alejada de temáticas externas –hijos, familia extensa..- y aquella desarrollada con cierto grado de periodicidad –una o dos veces al año- en la cual exista mayor nivel de profundización sobre los aspectos que solamente atañen a la pareja.
Los dos tipos de introspecciones necesitan estar acompañadas de contacto físico como expresión del afecto, ejecución frecuente de actividades juntos –comer, hablar, compartir momentos significativos…-, las palabras de aliento entre los dos miembros, ejercer una empatía con el otro y darse la oportunidad para la expresión colectiva de emociones…
Además, se recomienda que en ciertas ocasiones, estos procesos introspectivos sean acompañados de un otro terapéutico, quien pueda ofrecer retroalimentaciones e incentivar en cada miembro interpretaciones para el entendimiento del devenir del colectivo y del mejoramiento de este devenir.
La escucha terapéutica puede darse en un contexto grupal, en el cual varias parejas asistan con profesionales especializados a un lugar determinado con tiempo específico, con el objetivo de explorarse, adquirir herramientas para una saludable interacción, para la conservación e intensificación del vínculo afectivos…
Muy interesante la presentación de este tema.