Una parte significativa de los seres humanos desean tener por lo menos 1 hijo en algún momento de la existencia, algo que se puede asociar a motivaciones equivocadas como un deber ser, producto del mandato tanto de la sociedad como de su familia, y lo cual también se puede ligar al deseo narcisista de sentirse proyectado en un otro real, sea de forma física o psicológica. Alguien que haya nacido con su mismo material genético
Este tipo de individuos no se han dado cuenta que la maternidad o paternidad es un proyecto de dos personas con un vínculo afectivo sólido, y tampoco han deducido sobre la responsabilidad social que se tiene al engendrar y ser parte del crecimiento del hijo.
De manera que, aunque estas personas no estén planeando un hijo en determinado tiempo, ellas son negligentes en su protección de embarazos no deseados, provocando el estado de preñez sin tener las condiciones emocionales o financieras para hacerlo.
Tal parece que este tipo de personas no han visualizado lo nocivo que es para el planeta, para la cultura y para los sistemas gubernamentales, concebir un hijo con condiciones adversas para su desarrollo, denotando un bajo grado de responsabilidad social y de ética como se dijo anteriormente.
Dicha ausencia de competencias también se podría explicar como un odio hacia el medio ambiente en el cual viven estas personas e impulsos destructivos hacia ese contexto. El sujeto proyecta al exterior los impulsos destructivos con él mismo y con su representación de madre.
El deseo de devastar el ambiente tiene la capacidad de volverse real y crecer, cuando los padres, además de ofrecer al mundo un hijo no deseado, lo abandonan emocionalmente a partir de su nacimiento, no formándolo con vínculos afectivos funcionales
La inferencia que se puede hacer con las personas que “riegan” hijos por el mundo sin tener la capacidad de hacerlo, es que sintieron poca contención emocional de sus padres, especialmente de su figura materna, junto a otras significaciones deficientes o con poca intensidad de madre buena y bondadosa, mientras que, por el contrario, predominaron los símbolos de madre mala.
Imágenes desarrolladas posiblemente por características inapropiadas de su propia madre para el proceso de maternidad –edad inadecuada, nivel económico desfavorable, personalidad disfuncional- que dieron como resultado un alto nivel de connotaciones negativas, con notable distancias con el sentido positivo.
De esta forma, el niño/a ha creado una idea disfuncional de su madre. Concepción por la cual desea vengarse, destruirla y vaciarla, generalizando esta forma de concebir a su figura materna con los vínculos afectivos que tiene con los demás, incluyendo con el ambiente en el cual habita –ambiente definido por el conjunto de personas y cosas-.
La situación de engendrar hijos sin cumplir con las capacidades adecuadas para esto, también puede darse en la situación en que se ha idealizado la madre, razón por la cual el sujeto la evalúa de manera subjetiva, perdiendo totalmente la objetividad.
Aunque los padres carezcan de medios emocionales y monetarios para tener descendencia, ellos o por lo menos alguno de los dos, embellecen este ambiente con sustentaciones movidas por la lupa del deseo –Ej nos falta un hijo para ser felices, tenemos que concebir otro hijo para tener la pareja, un hijo produce que nos vaya mejor a todo nivel…-.
Los inconvenientes para valorar un ideal de manera objetiva, adicionado al hecho de tomar decisiones con base solamente en las ilusiones, en este caso con el tema de la maternidad/paternidad, puede estar asociado en su forma más básica a la necesidad de poner a la madre en un lugar inalcanzable, para que no se tenga que enfrentar a las significaciones de madre mala.
Tanto la situación de idealizar a la propia madre como el tema del deseo por vengarse de ella, puede hacer parte de las motivaciones inconscientes de los padres para tener hijos no deseados, deseos que se escudan con razones de irresponsabilidad como el olvido o la resistencia en el uso de los métodos anticonceptivos.