El manejo proactivo que el individuo puede darle a sus emociones depende de dos situaciones: 1) Las características de la relación padres e hijos, algo que permitirá en el menor, la adquisición de herramientas para conocer, aceptar y darle un manejo positivo a sus emociones. 2) El modelamiento que los padres, especialmente cuando el niño está en el primera infancia, tengan de sus propias emociones.
En cuanto al vínculo entre padres e hijos, este necesita tener comportamientos de contención que permitan que el infante adquiera afectos sanos y pueda formar competencias, especialmente las blandas, las cuales permitan cuestionarse sobre sus características personales, incluyendo las emociones, el origen de estas y los planes de mejoramiento para las que no funcionan de manera correcta.
En el caso del manejo emocional, las acciones de contención de los padres con las inseguridades, miedos, tristezas y la sensación de derrota, puede producir que sus hijos las puedan exteriorizar con el discurso, y puedan recibir orientaciones de sus figuras paternas sobre la manera de transformar estas emociones negativas hacia el logro de objetivos.
Adicional a esta función continente, las figuras parentales requieren demandar en el menor el cumplimiento de unas normas, las cuales dependerán de la edad de su hijo, Normas que permitirán el acomodamiento a distintas realidades pero también permitirán el control emocional del odio y la rabia.
Enseñar al hijo a controlar sus emociones de rabia u odio se puede explicar en alguna situación en que el padre ejerce alguna prohibición a su hijo. En caso en que el niño realice un berrinche después de esta negativa, el padre implementará una sanción. Por el contrario, si el hijo acepte la ley del padre de una forma asertiva, él podrá ser recompensado de alguna forma en momentos posteriores.
Cuando el niño este más calmado por la negativa, el padre entablará un dialogo con él. Dialogo para escucharlo acerca de las razones de su reacción desaforada, invitando a su hijo a que haga algo positivo con esa frustración, recordando la sanción y advirtiendo que la próxima vez que reaccione de igual forma desequilibrada ante la no aceptación de la prohibición, será más radical el castigo.
Las normatividades y el punto en que los padres actuaran en sus comportamientos continentes debe ser algo acordado entre los adultos, de tal manera en que exista una linealidad de criterios y no una ambivalencia que el hijo pueda aprovechar para ejecutar acciones manipulativas.
Los padres no deben olvidar que después de sus acciones ejecutadas en el momento en que su hijo presenta una emoción, ellos retroalimentarán al menor para que la emoción deje de ser tan solo la motivación para realizar cierto comportamiento, y se convierta en algo mediado por la palabra. De esta forma, el chico o joven podrá conocer las peculiaridades de sus emociones, su razón de ser, y con ello desarrollar habilidades para aceptarlas, y controlarlas.
Por otra parte, el manejo proactivo que los hijos aprendan de las emociones, también depende de la manera en que los padres manejan estas, tanto en su relación de pareja como en las distintas situaciones conflictivas que tengan en su diario vivir.
Papa o mama que la mayor parte de las veces, se comunican en tono de voz alto, se irrespetan continuamente o no ofrecen un espacio de pareja para la introspección, no desarrollarán en sus hijos habilidades para el control emocional ni mucho menos para el cuestionamiento de sus emociones o su transformación a fines positivos.
Igualmente, si los padres tienen una comunicación poco asertiva con sus hijos, en cuanto a tono y calidad de sus mensajes, lo mismo que irrespetos cotidianos, junto a escasos espacios para reflexionar sobre sus comportamientos o relación, los pequeños no adquirirán las competencias concernientes al control emocional o a la introspección de sus procesos internos.
Este modelamiento de los padres, implica también, que sus hijos están constantemente observando sus reacciones ante los inconvenientes diarios –trabajo, forma de manejar los gastos de la casa y demás obligaciones, vínculo con los amigos o los contextos que pueden generar de desilusiones-, para interiorizar estos comportamientos y dar un manejo similar a sus vivencias.
