El deseo es aquella representación que los sujetos buscan permanentemente para lograr una satisfacción de tal magnitud que lo pueda saciar y, de este modo, estabilizar emocionalmente, por lo cual el cumplimiento del deseo tiene el propósito de la cancelación o por lo menos la disminución de la energía psíquica.
Desde ese punto de análisis, el punto más intenso del deseo es aquel producido por la fantasía de conseguir un vínculo fusional con la madre, en la cual no exista ningún tipo de movimiento puesto que el placer es absoluto –el placer desde lo fisiológico esta definido por la ausencia de movimiento o sea la muerte, mientras el displacer se asocia con la activación de los sistemas o sea la vida-.
El deseo genuino –vínculo fusional con la madre- es algo que sucedió en un momento pero que es imposible que se repita nuevamente, convirtiéndose de esta manera en un objeto perdido. Catalogado de ese modo -objeto perdido-, el ser humano permanentemente estará insatisfecho.
Existe una falta provocada por el vacío de no poder devolver el tiempo para incrustarse en ese lazo fusional con su madre, y además por estar sujeto al cumplimiento de ciertas normatividades imprescindibles que permitirán una convivencia sana con los demás.
De esta manera, la insatisfacción del deseo original genera movimientos emocionales, por lo cual son displacenteros, produciéndose estos, a pesar que algunos individuos tengan ciertos momentos de plenitud por haber encontrado deseos y satisfacciones sustitutas, que de todas formas, no han reemplazado totalmente al deseo original.
Estos deseos y satisfacciones sustitutas pueden ser la realización de ciertas actividades –deporte, arte, estudio …- que se originan debido a reacciones inconscientes –comportamientos aprendidos antes de la aparición del sistema lingüístico, no encontrándose por esta razón mediados por la palabra-.
Empero, en algunos casos y aunque las personas hayan interiorizado estas reacciones inconscientes, estos individuos tienen capacidades físicas limitadas o inhabilidades que no les permiten la ejecución de diversos actos que han utilizado o que quieren hacerlo para satisfacer parcialmente sus deseos.
Dicha incapacidad, además de las emociones displacenteras ocasionadas por la herida en el narcisismo al no poder ejecutar diversas actividades o hacerlo por lo menos de una forma aceptable tal como la mayor parte de sus pares, también ocasiona otro tipo de malestares puesto que existe la imposibilidad física para cumplir sus deseos, generando que los efectos psicológicos de esta patología, aunque sea de manera parcial, sean mayores.
En estos casos, permitir que el niño, adolescente o el adulto comunique estos deseos irrealizables, sin juzgarlo, puede producir efectos positivos puesto que el sujeto es capaz de integrar sus deseos en el lenguaje a pesar de su inhabilidad o su incapacidad.
Producto de su limitante física, este individuo sabe que su esquema corporal – el esquema corporal se refiere tanto a la salud del cuerpo como a las lesiones- presenta fallas producto de algo anómalo. Limitante que no permite que él se pierda en el deseo de un sano funcionamiento de sus estructuras físicas, y por ende, que se mantenga en el campo de la realidad.
Empero, este ser consciente de aquello que le falta pero interactuar con otros por medio del deseo de no tener dichas faltas, mostrando una imagen inconsciente del cuerpo sin alteraciones, puede provocar una asimilación emocional de sus inhabilidades o incapacidades para aceptarlas y transformar los deseos hacia otras acciones sustitutivas o direccionar el camino para la recuperación
De este modo, la imagen inconsciente – experiencias emocionales que se dan en la relación con los demás por medio del contacto corporal- del propio cuerpo se mantiene intacta, propiciando una integración adecuada con un otro social, en la cual a pesar de existir inconvenientes, algunos pasajeros y otros permanentes, en el esquema corporal, también existe la posibilidad para el desarrollo de empatía, trabajo en equipo, solución de problemas, creación..