Poco deseo de la niña y adolescente de 12 años por desarrollarse física y sexualmente.

Cuando la niña no ha tenido un destete funcional con su madre –castración oral-, esto implica la imposibilidad para desarticular el idioma particular y “secreto” entre madre e hija, el cual consiste en llantos, sonidos sin significado para los demás, miradas…, por lo cual la figura materna no incentivara que su pequeña adquiera un lenguaje social.

De la misma forma, la castración inadecuada que la madre proporciona a su pequeña, ocasiona que la adulta tenga que seguir dando a su hija la misma intensidad de asistencia física, retrasando su proceso de independencia. Adicional a que se puede retrasar el desarrollo motor de la infante, también se altera negativamente la adquisición del lenguaje, como se dijo anteriormente, específicamente en la forma de trasmitir mensajes y en la producción de fonemas.

El deseo del contacto de la niña con la madre, a través de la lactancia, no se modifica hacia el lenguaje, resultado que se produciría en caso de llevarse a cabo una castración oral adecuada. Debido a esto, la menor se estanca en su desarrollo funcional, pudiendo provocar inconvenientes para la deglución del alimento, lenguaje… en las distintas etapas de la vida.

Un destete disfuncional de la madre puede implicar, en variadas situaciones, que ella ha sobrecargado emocionalmente la representación de la alimentación de seno hacia su hija. Esto ha pasado porque dicha función  ha  permitido a la madre conseguir un estado emocional de paz y tranquilidad del cual no se quiere zafar fácilmente.

La relación entre madre e hija se significa con mayor importancia de acuerdo al tema del alimento y no de las interacciones entre las dos –compartir, expresar, formar en cuestiones de afecto, principios o conceptos básicos…-. Con este vínculo insano, la niña asocia comida con amor y cuidado.

El destete inadecuado, posibilita la aparición de fijaciones que se manifestarían en diferentes periodos de la vida, uno de ellos es la pre-adolescencia y adolescencia, particularmente durante el comienzo en el desarrollo de las hormonas sexuales,  asociándose esto con la resistencia de la joven para la formación del cuerpo femenino adulto -caderas anchas, aumento en el tamaño del pecho, incremento de peso…-.

Dicho cuerpo ofrece la posibilidad de la fecundidad con un engordamiento, conceptos que la niña o adolescente no puede resistir, puesto que implicaría la imposibilidad de gustar, seducir y tener un vínculo de posesión con un otro, quien estaría representando a su figura paterna –La menor siente que uno de los efectos de visualizarse gorda, a los ojos de ella, tal como una embarazada, es no inspirar deseos en sus pares-.

Ideas infantiles que las adolescentes o personas que se están acercando a esta edad conservan y  denotan que emocionalmente no han superado la etapa oral, en la cual no se quieren independizar de la madre y en la que sienten que su deseo es omnipotente –si piensan en estar embarazo, automáticamente pasara-.

Estas niñas o adolescentes no quieren crecer emocionalmente, reconociendo y aceptando que su cuerpo cambia con el objetivo de prepararse fisiológicamente para la maternidad,  puesto que no tienen modelos parentales que produzcan confianza y deseos por hacerlo –desarrollarse-.

Los adultos más representativos para la menor, no tienen un desempeño adecuado en las distintas facetas de la madurez, antes por el contrario, ellos, a los ojos de su hija, tienen graves falencias y muchos vacíos en su vida –separaciones, poco control emocional, depresiones, insatisfacciones..-

De esta manera se puede concluir que la figura materna con respuestas negativas ante la lactancia y la prohibición inadecuada de esta función, ocasiona que su bebé tenga inconvenientes para representar la alimentación y su cuerpo de forma funcional, lo mismo que produce que no exista cercanía emocional entre las dos, y que interiorice conductas angustiantes y poco contenedoras de la madre, especialmente con el tema de la alimentación.

Los trastornos alimenticios enlazados con el comer y el evidenciar culpa ante esta función, por lo cual necesita una purga, manifiestan la presencia de una fijación oral, además de una relación insana entre madre e hija, por lo cual se puede inferir la falta de  herramientas emocionales, generando de esta forma inconvenientes adaptativos y de bajo sentido crítico ante exigencias culturales que enfatizan la idealización de la belleza física y la relación de esta con la delgadez.

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