Problemas evolutivos de coordinación motriz en la adolescencia y sus consecuencias emocionales

Los problemas evolutivos de coordinación motriz –PECM- tienen referencia a personas con dificultades en el aprendizaje de movimientos y, por ende, con pocas habilidades motoras. Estos sujetos tienen un comportamiento ineficiente, en relación con sus compañeros de su misma edad, cuando llevan a cabo tareas motrices.

Estos problemas se manifiestan en acciones como chocarse con objetos, dificultad para atrapar móviles, carreras, saltos y lanzamientos imprecisos y poco fluidos, lo mismo que dificultades en las actividades que requieren motricidad fina como manipular objetos, juegos de construcción, maquetas

Niños y adolescentes que se enfrentan con esta clase de inconvenientes, son catalogados como “poco avispados”, “incompetentes”, “incapaces” o “torpes”, lo mismo que son aislados y/o discriminados por sus compañeros de las actividades de competencias de coordinación y/o deportivas, lo cual en la adolescencia tiene un efecto negativo en la autoestima.

La denominación despectiva que hacen las personas alrededor –niños, adolescentes y adultos-, hacia los adolescentes con PECM, la cual puede darse  con poca o cierta periodicidad, se convierte en un caso de matoneo que puede ocasionar diversas disfuncionalidades emocionales como depresión, intentos suicidas…

Expresiones como “Mis amigos se burlan de mí”, “los demás niños no quieren compartir su tiempo conmigo”, “No soy fuerte”, “Estoy triste la mayor parte del tiempo”, “Yo no sirvo para la educación física”, son el pensamiento y las emociones cotidianas de estos niños o adolescentes, algo que una cantidad significativa de las veces no se exterioriza y solo se queda en la introspección.

Además de las consecuencias en la autoestima, la PECM también se relaciona con la vinculación desadaptativa del sujeto con su medio ambiente, generación de traumas psicológicos perdurables, poco interés para pertenecer a grupos, disminución de la motivación para el desarrollo de las actividades físicas..

Aquello que anteriormente se denominaba torpeza física tiene consecuencias emocionales tan nocivas, sobretodo en la etapa de la adolescencia, puesto que tener competencias motrices promedio o superiores otorga mucha importancia dentro del clan de iguales, a raíz de la competición social y comparación, y además es algo que permite mayor visualización del sexo opuesto.

Los adolescentes con PECM, tienen inconveniente para establecer relaciones sociales, existe un alto grado de introversión. La poca frecuencia que se producen los contactos con los otros, estos se pueden asociar a emociones displacenteras –miedo, rabia, desazon..-

Actualmente el origen de la PECM, en una gran parte de casos, es una incógnita para los científicos, puesto que las personas que la padecen no tienen razones obvias para sus dificultades. No existen cuestiones involucradas de tipo biomecánicas, anatómica, sensoriales, y tampoco hay deterioro a nivel neurológico y cognitivo.

Los sujetos, especialmente niños y adolescentes, que sufren de PECM o que están cercanos a esta disfuncionalidad, requieren un proceso terapéutico que permita manifestar sus recuerdos y emociones negativas con referencia a su situación actual. Dicha manifestación tendrá como objetivo poner en palabras estos recuerdos y emociones negativas, trasladándolas desde el sistema límbico hasta el neocortex, o desde el inconsciente hasta el consciente.

De igual manera, este proceso descubrirá la verdad de este sujeto, la cual además de las debilidades producidas por la PECM, tendrá fortalezas como consecuencia de esta patología y otro tipo de cualidades relacionadas con los vínculos afectivos con sus figuras parentales y con la demás historia de vida.

Así, dicho adolescente o niño será consciente que tiene una falta estructural. Este sujeto descubrirá que es una falta estructural del ser humano que en su caso tomo el nombre de PECM, pero que en otras personas adquiere otro tipo de denominación.

Asimilando emocionalmente esta falta como parte del sí mismo, la cual tiene la capacidad de resquebrajar su autoestima, pero también tiene la capacidad de inducirlo a la creación de formas diferentes de afrontar la realidad funcionalmente, y de maneras para disminuir la intensidad de su problemática.

Afrontamiento relacionado con el mejoramiento de los vínculos afectivos con su familia de origen, lo mismo que el autodescubrimiento,  la exploración de su deseo junto a la consecución de objetivos, el manejo de sus emociones, la adquisición de la empatía con los otros..

En cuanto a la institución educativa, estas pueden centrar su atención en el desarrollo de programas especiales extracurriculares para el mejoramiento de las capacidades motrices y/o deportivas en sus alumnos –niños, adolescentes e incluso adultos-, que no tienen este tipo de habilidades por uno u otro motivo.

Igualmente, estas instituciones necesitan crear programas extracurriculares de otro tinte al deportivo y encaminar sus esfuerzos monetarios y educativos en la pertenencia de sus alumnos a este tipo de grupos –clubes de lectura, grupos investigativos en distintas áreas…-. Parte de estas acciones van encaminadas no solo a reforzar los resultados positivos de las actividades deportivas sino los rendimientos destacados de los demás grupos.

En cuanto a la familia, además que el trabajo de esta institución, debe tener un vínculo muy fuerte con los logros obtenidos en el contexto terapéutico, necesita proporcionar a su hijo la aceptación de él como es, la posibilidad de introducirlo en programas que mejoren sus dificultades –terapia ocupacional, actividades deportivas o de coordinación que motiven a su hijo…-.

Al mismo tiempo, este ente familiar es el que mayor importancia tiene en conseguir que su hijo investigue sobre su propio deseo, explorando distintas opciones, incentivando aquellas que, adicional a su querer hacerlas, se asocien con sus habilidades.

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