Las reminiscencias son las representaciones mentales de una situación, un hecho u otra cosa que tuvo lugar en el pasado. Es una imagen poco precisa, por lo cual se convierte en una huella de algo que ocurrió con anterioridad y que tiene influencia sobre el presente y el futuro.
Algunas investigaciones señalan que las reminiscencias puede generar una evaluación positiva del sí mismo, integración de las vivencias positivas y negativas del pasado y del presente, responsabilidad por lo realizado y un bajo nivel de victimización.
Por otro lado, si las reminiscencias son negativas, este fenómeno puede producir la aparición de ansiedad, desesperación, depresión, estados de pánico, rumiación –introspección generadora de malestar- obsesiva y aislamiento social, algo que se puede manifestar en síntomas como la inadecuación, lamento ante la brevedad de la vida, tristeza por las oportunidades pérdidas o haber hecho acciones erráticas o haber cometido fallas con los otros.
En el adulto mayor, la reminiscencia es un proceso mental caracterizado por un progresivo retorno a la conciencia de experiencias pasadas, sea por el recuerdo de vivencias provocadoras de estados emocionales asociados al bienestar y la tranquilidad, o el resurgimiento de conflictos no resueltos.
Las reminiscencias no son un proceso ordenado sino que puede aparecer como ideas olvidadas e insignificantes acerca de uno mismo y su historia, así como sueños y pensamientos con alto grado de claridad e imágenes que se encuentran fijas en el espejo.
A través de estas reminiscencias, los adultos mayores tienen la experiencia completa de su sentido de vida. Esto permite una mayor consciencia de su propia muerte y el comienzo de la revisión de la totalidad de sucesos ocurridos en su historia y las reacciones con estos.
Las reminiscencias de experiencias negativas y conflictos, pueden ser reconocidas y reintegradas a su yo actual, originando la asimilación emocional de estos recuerdos con un posterior aprendizaje, o también podrían provocar una determinación negativa e incontrolable en sus comportamientos presentes.
Mientras que las reminiscencias que dan lugar a la felicidad, incentivan que el adulto mayor desee compartirlas con familiares y amigos, de tal forma que aumenta los comportamientos de socialización, facilitando el recuerdo de detalles más específicos, y por ende, ayudando a prevenir la acelerada pérdida en la memoria.
Dentro de las reminiscencias que producen felicidad para el adulto mayor, se encuentran aquellas denominadas transmisivas, las cuales tienen como objetivo transmitir conocimientos adquiridos a lo largo de la vida. Saberes que incluyen valores éticos y morales, lo mismo que la herencia cultural.
Al mismo tiempo, los adultos mayores gustan informar sobre aquellas reminiscencias vinculadas con ofrecer información o brindar datos biográficos mediante la manifestación de anécdotas y, datos y hechos del pasado, sin llevar a cabo ninguna clase de juicio valorativo.
Otro tipo de reminiscencias preferidas por los adultos mayores para comunicarse con las generaciones más jóvenes –hijos, nietos, bisnietos- es la instrumental, o sea la que se refiere a los procesos implementados para la realización de un propósito particular.
Por el lado contrario, si las reminiscencias se caracterizan por la aparición de recuerdos dolorosos, la memoria como posibilidad de reconstrucción positiva tiene una inmensa posibilidad de presentar fallas, exceptuando que el adulto mayor se encuentre dentro de un proceso terapéutico puesto que en este contexto la comunicación de esta clase de reminiscencias son necesarias para provocar que estas se integren con las positivas, promoviendo formas edificantes de concebir su realidad
En la medida que falle esta reconstrucción saludable de los hechos, se puede intensificar la sensación de vulnerabilidad por no haber alcanzado los objetivos esperados, junto con la creencia que no existe tiempo para realizarlos, facilitando la aparición de trastornos emocionales –depresión, trastornos somatoformes..-