Rendimiento pleno, a nivel cognitivo y físico, antes de los treinta años.

El catedrático de psicología Joshua Hartshorne realizó un estudio publicado en el año 2015. Los resultados de este estudio señalan que entre los 20 y los treinta años, existe un mayor rendimiento en los siguientes procesos cognitivos: La memoria a largo plazo – recuerdo de rostros, reproducción de diseños geométricos, identificación de personas, memorizar listas de palabras-, completar una imagen y ordenar una serie de imágenes, armar rompecabezas y bloques, asociación numérica, búsqueda visual y memoria a corto plazo –memorizar rostros, palabras, diseños geométricos, identificar personas, repetir historias-.

Por otro lado, variados profesionales del deporte, han dicho que el más alto rendimiento en las actividades de competencia ocurre entre los 18 y 25 años, puesto que en ese rango de edad, hay mayor coordinación, velocidad y otras cualidades referentes a los positivos resultados en la parte física.

Dichos resultados físicos positivos se dan en la mayor parte de las personas y no solo en los deportistas, resultados que son útiles para aumentar la productividad en las diversas actividades –laborales, académicas, diversión..- en la medida que permiten que el sistema nervioso soporte sin desequilibrarse, mayor cantidad de situaciones que generen estrés físico o sobreesfuerzo

Aunque algunos rendimientos cognitivos y físicos sean óptimos en la adultez joven -18 a 25 años-, estos solo se pueden potencializar entre los 25 y 30 años puesto que en esta edad, existe la experiencia suficiente, antes que empiecen los decaimientos de sus procesos internos a partir de los treinta años, para dar a sus esfuerzos una funcionalidad superior.

En este punto, los individuos aprovechan para sobre exigirse en las acciones en que desean sobresalir, ser visualizados y/o tomados en cuenta para otro tipo de responsabilidades. Ellos todavía se encuentran en el proceso de búsqueda de identidad social, el cual inicio en la adultez joven -18 a 25 años-.

Al mismo tiempo, las empresas y las instituciones educativas utilizan esta fortaleza y el conocimiento mediano que estos adultos tienen sobre la implementación de sus esfuerzos y de los procesos que realizan, para lograr objetivos que no pudieran  hacerlo con población de otra edad.

Las capacidades para lograr el rendimiento físico e intelectual superior de los sujetos de edades, solo es posible en la medida que estas personas tengan ciertas obligaciones que lo presionen para terminar lo que han empezado, pero al mismo tiempo que estos deberes no sean un factor de distracción para llegar a su máximo potencial.

Esta dinámica de potencializar su mismidad, no ha tomado en cuenta o lo ha hecho de forma muy precaria, los aspectos relacionados con la parte emocional, de manera que dentro de la totalidad de acciones que ejecuta el adulto entre 25 y 30 años, no se encuentran cuestiones referidas a la formación de competencias blandas, herramientas para la introspección…

La falta de vinculación de la parte cognitiva con la física y la emocional para la consecución de propósitos, puede ocasionar una sobresaturación y por ende gran cantidad de estrés que el sujeto no es capaz de controlar, y que tampoco es capaz para reconocer en sus causas psicológicas.

El adulto ante su poca inteligencia emocional, se sumerge en un movimiento caracterizado por la búsqueda insaciable de la “perfección”, el reconocimiento, los ascensos a nivel laboral.., atentando contra su propia integridad, y dejando de tener vínculos afectivos sanos y/o tiempo para sí mismo, lo cual lo ayude en su equilibrio mental.

Los sujetos que actualmente tienen entre 25 y 30 años, lo mismo que aquellos mayores que han pasado por esta época de la misma manera, todavía no tienen una plena consciencia de los factores negativos asociados con la sobre exigencia, con el estrés y/o con la motivación de alcanzar objetivos, descuidando la salud.

“Abusar del cuerpo” en su aspecto físico y psicológico esta muy relacionado con la no adquisición de hábitos saludables. Estos hábitos se internalizan desde la primera infancia, en la medida en que los padres los practiquen y en la medida en que existe un vínculo afectivo solido entre ellos y su hijo.

Este es un escrito que tiene dos propósitos fundamentales: El primero de ellos es formar en diversos componentes que permitirán profundizar en conceptos y variadas realidades psicológicas, así como mejorar la salud mental del individuo y del grupo familiar. El segundo objetivo es promocionar mi consulta clínica de forma virtual y presencial, ambas se pueden solicitar al celular 320 6919221

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