Respuesta de los padres ante los desequilibrios emocionales de su hijo adolescente.

Los adolescentes tienen desequilibrios emocionales que se dan por exceso de actividad del sistema límbico y de las hormonas sexuales,  lo  mismo que por la inmadurez de la corteza pre frontal. Desequilibrios que generan consecuencias en los comportamientos, tal como se ha explicado en escritos anteriores.

Igualmente, se ha dicho que estas acciones inestables también están influenciadas por la disfuncionalidad en el ambiente familiar que el sujeto ha tenido desde su primera infancia, de tal manera que si la relación de los padres ha tenido conflictos constantes acompañados de respuestas maltratantes o poco asertivas, y/o ha habido mucha permisividad hacia el hijo y poca exigencia en el cumplimiento de normas o control de impulsos, las acciones del adolescente se caracterizarán por el no reconocimiento de prohibiciones o de autoridad, lo mismo que conductas manipuladoras y acciones asociadas solamente a la consecución del deseo.

Los desequilibrios emocionales en la adolescencia tienen la posibilidad de ocasionar, en los casos más delicados, ataques de ansiedad o de pánico, los cuales, además de la crisis emocional del adolescente en ese preciso momento, también puede originar una crisis familiar por no saber qué hacer en ese momento.

En los casos menos delicados, el adolescente no tiene esas respuestas extremas pero sus cambios de ánimo constantes alteran el equilibrio familiar y ocasionan que la mayoría de los padres opten por la decisión de dar un completo soporte emocional, olvidando que existen normatividades o siendo laxos en la exigencia del cumplimiento de estas.

De esta forma, se puede visualizar como los cambios emocionales del adolescente generan para él una ganancia, provocando la atención completa de la familia, y logrando que el contexto familiar encamine sus esfuerzos a procurar que el adolescente no tenga razones para tener desequilibrios emocionales.

La familia en torno a él, puede ocasionar que el adolescente se devuelva a etapas del desarrollo ocurridas en el primer año de vida, en el cual la madre tuvo un vínculo fusional con su hijo, permitiendo que el cumpliera todos sus deseos, tiempo en el cual el niño todavía no estaba adecuado a un lenguaje o a un sistema normativo.

Los adolescentes que se aprovechan de su desequilibrio emocional para lograr manipular a los padres, son personas que no han cumplido un proceso completo de interiorización de la noma, algo que debe haber finalizado a los ocho años de edad.

En estos casos, los infantes descubrieron como manipular a sus padres permisivos, ocasionando que ellos no cumplieran eficazmente sus funciones de proveer un ambiente funcional para su hijo, dando soporte emocional y normatividad sana..

Los hijos aprendieron a manejar a sus padres para obtener sus deseos, algo que puede ocasionar egocentrismo y problemas de adaptación. Con la llegada de la adolescencia, estos hijos utilizan su inestabilidad emocional para lograr sus objetivos, los cuales son tener la atención total de sus padres y poder conseguir todo lo que deseen.

Los desequilibrios emocionales en la época de la adolescencia no deben ser la excusa para que los padres aflojen en su papel de formadores de conductas normativas y éticas para transformarse en figuras con las cuales el adolescente pueda obtener todos sus deseos.

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