Según el manual de psicopatología, el trastorno de estrés postraumático esta asociado a los desórdenes emocionales, graves y duraderos, que pueden darse después de una variedad de sucesos traumáticos –el trauma es un choque o impresión emocional muy intenso causada por algún hecho o acontecimiento negativo que produce una huella recuerdo en una persona-.
Después de cierto tiempo de presentada la situación traumática, los sujetos que tienen este tipo de trastorno, vuelven a experimentar el acontecimiento, y las sensaciones de temor, desamparo y horror, a través de recuerdos y pesadillas que pueden ser recurrentes, y de toda clase de estímulos internos o externos que simbolizan o recuerden un aspecto del acontecimiento traumático.
La presentación de la vivencia traumática, en un tiempo posterior, ocurre a pesar que las víctimas evitan cualquier situación o cosa que les recuerde el trauma, manifestando abiertamente una restricción al tema, insensibilidad ante las sensaciones dolorosas que produjo dicha situación o incapacidad para recordar especificidades del acontecimiento.
La reactivación del trauma en un periodo futuro al cual se presentó, puede traer otras consecuencias relacionadas con la sobre activación habitual del sistema nervioso, facilidad para conseguir sensaciones negativas como el susto, miedo, rabia o tristeza.
Las consecuencias del estrés postraumático también pueden darse por los esfuerzos por evitar actividades, lugares o personas que motiven recuerdos del trauma, reducción del interés por participar en actividades significativas, situación de desapego frente a los demás, restricción de la vida afectiva, sensación de un futuro desolador.
El manual de psicopatología señala que el trastorno de estrés postraumático tiene más posibilidades de darse en familias en las cuales han existido trastornos de ansiedad, en individuos con bajo nivel educativo, en personas que no tienen un fuerte grupo de apoyo y en sujetos que no tienen estrategias de afrontamiento o de resolución de problemas adecuados.
La mayoría de los psicólogos concuerdan que la mejor forma de afrontar el trastorno de estrés postraumático es hacer frente al trauma original para desarrollar procesos efectivos de afrontamiento, superando de esta manera, los efectos debilitadores de trastorno.
Este trauma original no se revive terapéuticamente bajo la direccionalidad del profesional, como ocurre en las fobias, sino que se revive poco a poco en la medida que el paciente, lo verbaliza por su motivación, durante la terapia, de manera que el paciente mismo maneja su proceso con la velocidad que él desea, recibiendo interpretaciones que permiten re significar este hecho traumático y recordar partes olvidadas.
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